Está claro que Osasuna no puede detenerse en las acciones polémicas del partido con el Barcelona (1-2), y que tiene más motivos para el orgullo que para la lástima sobre todo por el comportamiento de los jugadores de esa alineación inusual, pero sí siente esa frustración inequívoca del que se siente perjudicado.
El encuentro frente al Barcelona fue un buen ejemplo de que las áreas no se contemplan por igual según el propietario de la parcela y que el pantanoso terreno de la interpretación suele caer casi siempre hacia un lado. La jugada del gol de Kounde ocupa ese espacio, sobre todo porque no va a pasar mucho tiempo hasta que lleguen acciones similares con consideración muy distinta en los próximos partidos. El defensa francés interfiere en el salto de Pablo Ibáñez, es evidente, y marca tras esa posición ventajosa que le ha ganado al centrocampista rojillo.
También en el área de Osasuna, la interpretación de la intensidad de los brazos resultó de nuevo fatal en otra jugada. Ortiz Arias sí notó suficiente el forcejeo de Catena con Lewandowski que acabó con el polaco en el suelo. No habrá imagen de televisión o VAR que le quite la razón a Osasuna en su escozor por las dos jugadas, decisivas. Lógico que para Xavi el arbitro estuviese de diez. Con motivos para el desaire, Osasuna se ha mantenido sereno tras este día negro para el equipo.
Hace un mes, Luis Medina Cantalejo, Presidente del Comité Técnico de Árbitros de la Federación Española, explicó las principales novedades arbitrales para la temporada y tanto el fuera de juego como los penaltis fueron los dos puntos claves en su comparecencia. “El objetivo principal es poder erradicarlos”, dijo refiriéndose a los penaltitos, “aunque siempre atendiendo a la visión del colegiado”.
“Ante todo, si existe alguna duda por parte del árbitro principal, lo mejor es que no pite”, sentenció entonces Medina. Ortiz Arias lo debió ver todo muy claro en El Sadar. Y eso es sí que es un problema.
