El Barcelona, vigente campeón de Liga, derrotó a Osasuna en El Sadar (1-2), pero lo hizo merced a dos goles rodeados de polémica. Y es que el conjunto catalán se adelantó en el marcador cuando la primera parte estaba a punto de concluir merced a un testarazo de Jules Koundé en un córner, un remate que conectó en una acción en la que los jugadores del cuadro rojillo reclamaron falta del central francés sobre Pablo Ibáñez.
El definitivo 1-2 lo anotó Robert Lewandowski en el minuto 86 al transformar un penalti que, según escribió en el acta el árbitro, el madrileño Miguel Ángel Ortiz Arias, cometió Alejandro Catena sobre el delantero polaco por “sujetar a un adversario, evitando con su acción una manifiesta ocasión de gol”, motivo por el que también le mostró la tarjeta roja al defensor del equipo navarro (eso sí, cambiando el color de la cartulina, inicialmente amarilla, después de ver la jugada repetida a instancias del responsable del VAR, el también madrileño, aunque adscrito al Comité balear, Guillermo Cuadra Fernández).
Ocurre que Ortiz Arias aplicó un doble rasero en ambas señalizaciones, pues no entendió como suficiente para pitar falta el empujón de Koundé a Pablo Ibáñez, que evidentemente impidió que el jugador de Osasuna saltara con libertad para intentar el despeje y facilitó el remate a gol del francés. Sin embargo, a escasos minutos para el final del choque (aunque luego hubo once minutos de añadido), otra vez con el marcador igualado (para entonces el Chimy Ávila ya había nivelado la contienda con un soberbio zurdazo desde la frontal del área en el minuto 76), el árbitro madrileño consideró como suficiente un ligero toque de Catena con el brazo a un Lewandowski que se desplomó dentro del área como si le hubieran golpeado con una violencia descomunal. El penalti tardó casi cinco minutos en ser ejecutado, porque el colegiado revisó la jugada, pero, al parecer, no con objeto de anularlo, sino para convertir la amarilla al central de Osasuna en una roja directa.
Ambas acciones resultaron tan polémicas que ni los comentaristas de DAZN supieron ni pudieron ponerse de acuerdo, pero la cuestión es que Ortiz Arias demostró un criterio bien distinto en función del infractor. De hecho, Lewandowski pudo lanzar el penalti con el que dio el triunfo al Barcelona porque el colegiado le perdonó la segunda amarilla (la primera la vio en el minuto 33 por un manotazo a Jorge Herrando) por una fea entrada a Iker Muñoz en el minuto 61 que ni siquiera consideró como falta.
