Las carreteras de Sakana han comenzado a recibir a los primeros vehículos sobre las 9.00 horas que han serpenteado a través de la niebla rumbo a Etxarri-Aranatz. Las nubes han cubierto el valle como queriendo ocultar lo que estaba a punto de comenzar, como si su intención fuese reservar el Oinez a un acto privado. Sin embargo, la idea de miles de personas era todo lo contrario. Había muchas ganas de que llegase el día y, megáfono en mano, celebrar el euskera a los cuatro vientos. Además del aspecto festivo, el objetivo de los asistentes era reivindicar la oficialización del euskera en toda la Comunidad Foral y disipar la niebla con sus voces.   

El parking de las autocaravanas estaba a más de la mitad de ocupación a vísperas de las fiesta y el resto de zonas de aparcamiento habilitadas se han llenado por completo para el punto de la mañana. Etxarri-Aranatz ha acogido en sus calles la celebración del Nafarroa Oinez con la novedad de disponer de tres zonas en el recorrido, en vez de las cuatro áreas que suelen componer la fiesta, ya que, “es un pueblo pequeño y se pude suplir todo en tres zonas”, ha explicado Izaskun Mujika, madre de la ikastola Andra Mari y presentadora tanto del acto de apertura como del acto del relevo. 

Al acabar el acto de apertura y cortar la cinta que ha dado comienzo a la fiesta, las nubes decidieron liberar el valle. Como si hasta las nubes se hubiesen sumado al espíritu de la jornada y dejaran de esconderla. El lema de este año es Hotsein!, que significa hots egin. “Sirve como una llamada, un grito. Hemos escogido algo que sirva como altavoz”, ha explicado Mujika. El Nafarroa Oinez es un día para celebrar el euskera pero también para reivindicarlo y “este año se ha centrado en la no zonificación del idioma. En Navarra todavía hay zonas que no trabajan tanto el euskera por lo que queremos que esto sea un grito bien alto”. Izaskun ha formado parte de la preparación de la fiesta y, momentos después de la apertura, declaró que había “muchas expectativas, la sensación está siendo muy buena. Ha merecido la pena el trabajo que hay detrás”, ha asegurado. 

Una faena que ha permitido disfrutar a miles de personas de todas edades y de todos los puntos de Navarra. Las tres áreas contaron con conciertos, espectáculos y actividades para “todas las maneras de vivir el Oinez”, ha explicado Maider Ansa, responsable de la Comisión de Actividades. 

Una fiesta que acoge a todos

El recorrido general ha sido indistinto para cada uno de los asistentes, aunque el objetivo principal era el mismo: dar un paseo por las tres zonas para poder ver un poco de todo. “Vamos a dar una vuelta por el circuito de las tres zonas para ver todo lo que hay. Y así hasta que nos hartemos”, ha bromeado Amaia, de Iruña, acompañada de sus amigos.

Al igual que Amaia, Ainara y Diego también han ido desde Iruña con su hija de dos años para dar una vuelta por las distintas zonas. “Yo estudié en San Fermín Ikastola y venir a cada Nafarroa Oinez es algo muy emotivo para mí. El ambiente siempre es muy especial porque te juntas con familia y con gente a la que por lo general no vemos en Pamplona”, ha señalado Diego. Iban acompañados de su hija de dos años que asistió también a la celebración que se hizo en Tafalla: “Nuestro plan es ir a las distintas actividades para niños con la txiki. Ojalá que nos acompañe a todos los que vayamos mientras sea joven”, ha añadido. 

Decía Antonio Machado que al andar se hace camino, y así cumplieron en el pueblo de Etxarri Aranatz. En los espacios en los que no había actividades, distintos feriantes han colocado sus puestos. Igor Unanue, vecino de Álava, lleva 20 años trabajando con madera “y le busco un destino a cada tipo”. Desde hace 10 años se acerca a las localidades donde se celebra el Nafarroa Oinez para vender sus productos: “Es un trabajo muy duro. Trabajo desde las 8.00 horas hasta cuando toque; como mínimo doce horas. A veces se hace interminable, pero es el resultado de toda una vida”, ha asegurado Igor.

Por otro lado, Ander y Oskia se conocieron hace 10 años en el Nafarroa Oinez de Tudela. Y desde entonces han estado juntos: “No solo es un día en el que tratamos de hacer que la gente se conciencie con el euskera, también rememora el día por el que nos enamoramos”, ha explicado Oskia.

Dolo y Josune, anfitrionas del anterior Nafarroa Oinez, han estado desde el acto de inauguración con la intención de volver a Tafalla “para comer, pero cuando nos lo pida el cuerpo. Se hará tarde para cuando decidamos volver”, bromeaba Dolo. Querían ir a ver, ha contado Dolo, “a mi nieto, que participa en las actividades deportivas, pero hay tanta gente que veo a todos y no veo a nadie”. Por otro lado, Josune ha añadido que “nos ha gustado mucho ir a ver a los trikitilaris. Todavía tenemos ganas de fiesta. El cuerpo sigue siendo joven”. Una vez más, los gritos del euskera se hicieron hueco entre la gente para recordar la importancia de las ikastolas.