Con un breve paseo por las calles de cualquier ciudad se puede observar cómo los edificios van mutando poco a poco, reformando fachadas o alterando ciertos elementos estructurales con nuevas antenas, aparatos de aire acondicionado, etc.

En la mayoría de los casos, estos elementos crean conflictos entre los vecinos porque cada uno tiene sus particularidades y sus propios intereses. Sin embargo, el mantenimiento del edificio es un asunto de vital importancia, ya que su deterioro puede avivar aun más los problemas de convivencia, a parte de la seguridad, que resulta prioritaria sobre todo si afecta al exterior. En la medida de los posible, se debe minimizar y responsabilizar a todos los inquilinos y dueños de los locales por igual.

En el caso del mantenimiento de la fachada, el profesional deberá encargarse de evaluar el estado, ya sea un aparejador o un arquitecto técnico, quien tendrá que diseñar un proyecto de restauración una vez haya completado el examen previo y haya tomado las mediciones oportunas. Después de estudiar el informe elaborado por el técnico cualificado habrá que pedir presupuesto a varias empresas para poder comparar y que la comunidad decida cuál es la opción más interesante.

En cuanto a los balcones, en general, la reparación suele tenerse en cuenta por motivos estéticos, ya que se piensa que su mantenimiento no afecta a la estructura del edificio. Sin embargo, sí que intervienen en la conservación del edificio y de su fachada, por lo que su reparación y mantenimiento debe ser asumido por la comunidad.

Por ejemplo, en los casos de balcones con estructura de hormigón armado, la revisión de los recubrimientos de las armaduras de hierro o de los anclajes de sus barandillas debe ser prioridad a la hora de diagnosticar su estado de mantenimiento. En los más antiguos, los de losas de piedra maciza, la solución adoptada para la recomposición de las mismas en los casos de mayor deterioro deberá ser analizada con una gran rigurosidad para garantizar su buen funcionamiento y durabilidad.