Vivo cerca de una de esas aceras que es un scalextric, una de esas decisiones aberrantes que no sé ya quién tomó hace bastantes años y que en algunos lugares todavía perduran, como un triste recuerdo de que las chapuzas y la improvisación son algo que hay que tener muy en cuenta en nuestra sociedad como parte de nuestra manera de hacer y de trabajar. Muchas veces no es tanto que un gobernante o sus técnicos busquen hacer las cosas mal, es que son unos chapuzas, entendiendo por chapuzas a aquel que prefiere hacer algo aunque esté mal antes que no hacer nada, porque pareciera que si no haces nada es cuando realmente eres un inútil. Y no. Para convertir una acera de 3 metros de ancho en un carril bici de 2 metros con rayas discontinuas pintadas en el suelo y un dibujo de una bici de vez en cuando y dejar 1 metro o metro y medio para los peatones, que se tienen cada tres metros que girar para no chocarse con un árbol o con una marquesina o con una señal lo mejor es no hacer nada. Y si ya está hecho, porque, recordemos, en su día confiamos en Pepe Gotera y Otilio, hay que deshacerlo. Buscar todas esas aceras de la ciudad, ahora que parece que nos interesa la movilidad y todo esto, y eliminar esos carriles bici y buscar alternativas lo antes posible porque ha aumentado el uso de bicis y patinetes. Prefiero que me pase una bici despacio al lado por la acera porque sabe que no es carril bici o que se baje a la calzada que que me pase una a toda hostia por el carril bici de la acera, me pite, me bufe y yo agarrado al árbol con encima cargo de conciencia porque he metido medio pie en el carril bici. Basta ya de mantener estas infraestructuras obsoletas, peligrosas –para todos– y que atentan contra el más mínimo conocimiento de cómo hacer de una ciudad un lugar más agradable. Es un estrés andar por ahí, tienes que salir de casa con retrovisores en los hombros. l