Zarautz - Eran las 9.30 horas y la playa estaba prácticamente desierta, pero la noticia corrió como la pólvora y el malecón se llenó en pocos minutos de curiosos que no quisieron perderse la inusual estampa.
El rorcual aliblanco que desde comienzos de semana se ha dejado ver en aguas zarauztarras amanecía varado en la playa y un grupo de surfistas se ponía manos a la obra para devolver al cetáceo, de nueve metros de longitud, al mar.
“Estábamos en el agua como unas cinco personas y no nos dimos cuenta de la presencia de la ballena hasta que uno de los surfistas cogió una ola y comenzó a gritar”, relató ayer a este periódico la joven zumaiarra Itsaso Gaztañaga, surfista habitual en Zarautz, recordando cada detalle del rescate que había tenido lugar escasas horas antes.
Lo que estaba llamado a ser otra jornada deportiva más rodeada entre amigos se convirtió en una experiencia que Gaztañaga y sus compañeros difícilmente olvidarán.
Según cuenta la joven, el animal estaba, al igual que los deportistas, jugando con las olas cuando, en un momento dado, “se quedó atascado en la arena”.
Ser testigos de la escena dejó al grupo en shock, sin saber muy bien qué hacer. Salieron a la arena, donde dejaron sus tablas y comenzaron a debatir sobre cómo actuar. “Hubo un momento de duda en el que algunos comentaban que quizás no había que molestarle porque podría estar enferma”, explica la surfista. Sin embargo, unos pocos minutos antes habían visto la vitalidad de la ballena, lo que finalmente empujó al grupo a actuar.
“Comenzamos a empujarla muy poquito a poco para que volviera al mar”, contó Gaztañaga, quien reconoció que “no fue tarea fácil” porque la marea estaba “muy baja” y el cetáceo “pesaba muchísimo”. “Aprovechamos los momentos en los que más agua venía para utilizar esa inercia y empujar”, describió.
Así, tras varios minutos de gran esfuerzo y muchos nervios, finalmente el agua cubrió por completo a la ballena. “Entonces, empezó a moverse y volvió al mar”, cuenta.
La operación fue todo un éxito. De hecho, desde que quedó liberada en mar abierto no se la ha vuelto a ver. No obstante, este grupo de surfistas difícilmente olvidará su imagen. “Era preciosa”, exclamaba Gaztañaga, quien se sorprendió por el tamaño relativamente pequeño del animal -alrededor de nueve metros- “sobre todo si la comparamos con la que apareció en Getaria hace unos meses -un rorcual común de doce metros-”. Los surfistas tampoco apreciaron que la ballena tuviera mal aspecto. “Sí que tenía un poco de sangre en la cola, pero parecía una pequeña herida que, seguramente se haría en el momento en el que varó en la playa”, opinó. “Tocarla ha sido realmente impresionante”, reconocía la joven zumaiarra.
acercarse lo menos posible Pese a que el éxito de la operación de rescate fue rotundo, desde la Sociedad para el estudio y la conservación de la fauna marina Ambar recomendaron ayer que en el caso de ser testigo de una situación como la vivida en Zarautz, lo más adecuado es “llamar siempre a SOS Deiak” y acercarse lo menos posible, ya que se trata de una situación peligrosa para las personas, que muchas veces no saben cómo tienen que actuar.
“Tenemos que alabar a la gente que la ha liberado, porque han actuado inmediatamente y bastante han hecho con meterla mar adentro, pero la forma -haciéndola rodar hasta llegar a una zona donde cubría- es bastante mejorable”, indicó el vicepresidente de la sociedad, Enrique Franco, quien explicó que, en estos casos, “hay que empujar el animal mar adentro, siempre dejando el aventador por el que respiran hacia arriba, porque si no se pueden ahogar”.
Además, relató que el contacto de estos animales con los humanos puede ser peligroso, ya que existe la posibilidad de que transmitan enfermedades. “La más peligrosa es la Brucella Ceti, una enfermedad que se puede transmitir solo con que la respiración del animal te pegue en los ojos”, señaló Franco. “No te vas a morir, pero es muy parecido a lo que pasa con las fiebres de Malta. Es como si tuvieras una gripe continua que es muy difícil quitarte de encima”, agregó.
Con respecto a la situación del cetáceo, el vicepresidente de Ambar insistió en que el comportamiento del animal ha sido “normal” en todo momento. “Se estaba alimentando bien y tenía bastante fuerza, así que lo más normal es que se haya acercado a la playa a comer y por un despiste se haya quedado varada”, indicó.
Aficionados al verdel, la anchoa y a todo tipo de pescado pequeño, los ejemplares de rorcuales aliblancos son muy comunes en la costa vasca, “aunque como tiene un tamaño bastante pequeño y su soplo no es muy alto es difícil de localizar”, apuntó Franco.
Este experto marino explicó que “al contrario de los delfines, como ocurrió en Donostia con Pakito, no suelen estar mucho tiempo en un sitio determinado”. “Si se ha acercado aquí es porque había mucho pescado pequeño cerca de la costa, pero no se quedará mucho tiempo”, agregó, al tiempo que especificó que se trata de ejemplares “solitarios”. “Por aquí, lo máximo que hemos visto han sido dos juntas”, relató.