- Con el fin de ganar espacios y relaciones en favor del euskera, Iñaki Sagardoi Leuza se ha volcado en esta edición de Euskaraldia como uno de sus coordinadores para cambiar los hábitos lingüísticos de quienes, a pesar de ser euskaldunes, tienden a iniciar las relaciones en castellano. Y, es que, aún teniendo todo en contra en un contexto de pandemia como el que vivimos, la organización de la iniciativa ha recibido "un motivo de alegría tremendo" al ver cómo en los pueblos y barrios la gente todavía ve en el fomento del euskera una prioridad que ni la covid-19 puede parar.
Además de ocuparse de la coordinación, imagino que también tomará parte con alguno de los roles.
-En 2018 fui ahobizi y este año volveré a serlo. Solemos decir que los roles no están tanto ligados a la capacidad lingüística, es decir, al conocimiento más alto o más bajo de la lengua, sino a las ganas que tenemos cada uno de cambiar nuestros hábitos lingüísticos. Hay gente que no tiene tantas oportunidades o tanta capacidad para cambiar esos hábitos, que elegirá será belarriprest. Al final son dos figuras complementarias, no es que una esté por encima de la otra ni mucho menos.
Hablando de los roles lingüísticos, ¿cuáles son los suyos y, en definitiva, como vive usted el euskera?
-Mi biografía lingüística es la típica navarra de un joven con padres que, aunque no sepan euskera, matriculan a su hijo en el modelo de D. Al final, después de haber sido escolarizado desde los 3 años hasta haber hecho la carrera en euskera, me doy cuenta de que la mayoría de mis prácticas lingüísticas son en castellano. Llegó un momento en el que hice click y me dije que tantos años de esfuerzo tan grande como sociedad para euskaldunizarnos no podían perderse. Es verdad que gran parte de mi vida la vivo en euskera, pero porque tengo la suerte de haber estudiado en euskera, poder trabajar en euskera, y poder utilizarlo con mi pareja, amigos y parte de mi familia. Pero hay mucha gente que por unos motivos u otros lo había dejado un poco abandonado, e iniciativas como Euskaraldia ayudan cada día a crear todo un entorno social, afectivo y comunitario para dar el paso de vivir en euskera.
¿Qué le diría a esa gente que sabe euskera pero lo tiene un poco aparcado en su día a día?
-Normalmente la gente deja el euskera en el armario por inercias muy entendibles. En parte es por costumbre y también porque muchos euskaldunes hemos interiorizado que en los grupos en los que no todo el mundo entiende euskera hay que hablar siempre entre castellano. Por eso Euskaraldia da una oportunidad a toda esta gente, que en navarra representan una realidad muy amplia, precisamente para tratar de romper esa inercia y los impedimentos sociales, porque no es fácil cambiar una relación de años en otro idioma de repente. Sabemos que no es tan sencillo como ponerse una chapa y hacer una iniciativa bonita que dure varios días, sino que requiere de un esfuerzo y de un pacto colectivo. Probablemente una decisión individual en la que tú intentas cambiar tus hábitos con todas tus relaciones sea más difícil que hablar con ese entorno y decir "por qué no intentamos hablar en euskera si todos los del grupo sabemos hablarlo y llevamos 10 años sin usarlo entre nosotros". Nuestra generación tiene que hacer un esfuerzo porque nuestros predecesores han invertido mucha energía para que nosotros podamos vivir en euskera. No solo tenemos que avanzar en conocimiento, que también, sino que tenemos que dar un paso adelante en el uso. Somos una generación clave para ello.
Como bien decía, la iniciativa trata de fomentar el uso del euskera y se podría entender que el papel de los castellanohablantes es limitado. ¿Cómo se podría acercar Euskaraldia a estas personas?
-En primer lugar, subrayar que es una iniciativa totalmente voluntaria. Se necesita un ejercicio de empatía. Siempre se subraya que la diversidad es una de la una de las riquezas que tenemos en Navarra, y con estos proyectos lo único que buscamos es sumar, para nada restar y en ningún caso ser excluyentes. La iniciativa no propone hablar en euskera con la gente que no lo entiende, lo que hay que pretender justamente activar el uso del la gente que sí lo entiende.
Precisamente hay sectores que han señalado a Euskaraldia como una práctica discriminatoria...
-Efectivamente, hay ciertos discursos políticos que dicen que con las chapas lo que hacemos es identificar a la gente y que por ello discriminamos. Claro que nos identificamos, pero porque necesitamos saber quién habla en euskera para poder dirigirnos a esta persona en este idioma, porque realmente no sabemos quién lo habla. La lengua hegemónica es el castellano y, como euskaldunes, cuando conocemos a alguien, por ejemplo, lo que nos sale es empezar a hablar en castellano. Las chapas no son más que una oportunidad de empezar a hablar en euskera porque, si se empieza en castellano, después es muy difícil darle la vuelta.
En este sentido, ¿cuáles son los objetivos reales que se persiguen?
-La iniciativa dura 15 días en los que dar un impulso al euskera, pero el trasfondo es cambiar los hábitos lingüísticos, llevemos o no la chapa puesta. El lema de este año es Gehiago, gehiagorekin eta gehiagotan que yo creo que refleja a la perfección lo que queremos, que es que se hable más con más gente y en más espacios.
¿Qué es ser 'ahobizi'? Aquel que se comunica siempre en euskera con las personas que lo entienden. Cuando no tiene la certeza de si la otra persona sabe euskera, pronuncia las primeras palabras en euskera y, si la otra persona lo entiende, continúa hablando en la misma lengua. La clave está en hablar en euskera siempre que sea posible.
¿Y 'belarriprest'? Quienes entienden euskera, aunque no lo hablan en todos los casos. Pueden elegir cuándo desean o pueden hablar euskera, pero pedirán de forma explícita que les hablen siempre en euskera. La clave no está en la capacidad sino en la actitud.
"Tenemos que hacer un esfuerzo porque nuestros predecesores invirtieron mucha energía para que nosotros podamos vivir en euskera"
"Las chapas son solo una oportunidad de empezar a hablar en euskera porque, si se empieza en castellano, después es muy difícil darle la vuelta"