Zaragozano de nacimiento, Carlos Bérniz Laborda lleva ya casi once años en Pamplona que lo han llevado a ser médico residente en el Departamento de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora de la Clínica Universidad de Navarra. Gran parte de su aprendizaje se ha orientado a la cirugía reconstructiva en el contexto traumático y oncológico, con especial atención por las secuelas que afectan a las extremidades y al rostro. Una especialidad en la que seguirá formándose gracias a haber sido el ganador de una de las dos becas Dr. Ignacio Landecho, concretamente en el München Klinik Bogenhausen de Múnich.

¿En qué consiste el proyecto que presentó para optar a la beca?

-Mi especialidad es la cirugía plástica y reparadora y el proyecto que presenté es para formarme en un centro que tiene experiencia en trasplante de donante cadáver -alotrasplantes- para amputaciones o secuelas en el miembro superior del cuerpo. Es allá donde se han realizando los primeros trasplantes en miembro superior bilateral de antebrazos en el mundo. Más allá de esa técnica, sobre todo me gustaría estudiar sus protocolos a la hora de seleccionar a los pacientes y conocer cómo se maneja la cuestión de la inmunosupresión al tratarse de donantes que no están vivos.

¿En qué momento está la aplicación de la cirugía reconstructiva?

-En cirugía reconstructiva de alto nivel, las técnicas basadas en alotrasplantes son actualmente una de las opciones más sofisticadas para el tratamiento de secuelas o traumas complejos. Cuando la reconstrucción con tejidos propios del paciente no es suficiente, un donante cadáver puede ser la única opción. Este tipo de intervenciones requieren un equipo quirúrgico altamente cualificado y acostumbrado a tratar casos de complejidad máxima. Exigen, además, un exquisito control a través de un equipo médico multidisciplinar que maximice la viabilidad de los tejidos reconstruidos sin comprometer inmunológicamente al paciente.