La residencia Virgen de Jerusalén de Artajona fue una de las primeras en sufrir el azote del coronavirus, y en ella se registró, en marzo de 2020, la primera muerte confirmada por la enfermedad. Pero catorce meses después, "casi se ha recuperado la vida normal", como confirma su directora, Yaquelin Maestre. "Ahora la residencia es más segura porque todos están vacunados, y la ventaja es que podemos llevar una vida casi más normal", desarrolla, aunque recordando que a pesar de estar inmunizados se siguen rigiendo "por las normas vigentes en la comunidad y con restricciones en visitas y salidas, sin una situación diferente al resto".
Sin embargo, la tranquilidad que concede la inmunidad contra la enfermedad hace que la vida se vea de otra manera en los alrededores del cerco, donde los residentes ya han recuperado "todas las actividades tanto internas como de ocio". El único escollo -además de las medidas sanitarias personales- está en los comedores, donde siguen "en diferentes unidades de convivencia".
"Se duplicaron los comedores, y ahora se siguen distribuyendo en cuatro diferentes. En algún momento puntual los hemos unido, como en Navidades, cuando queríamos que estuviesen más arropados. Pero aun así lo vieron raro porque ya estaban acostumbrados a estar separados", sonríe Maestre con la calma que le proporciona volver a ver a los residentes con una gran felicidad.
"Actualmente el ánimo está infinitamente mejor. Las personas que viven en la residencia sienten que vuelven a tener los mismos derechos", coincide con Lacabe.
"Hemos flexibilizado muchísimo las salidas, y las personas autónomas e independientes salen por el pueblo sin problema", expone. Los paseos por la localidad han vuelto a recomponer la energía de las personas que residen en Virgen de Jerusalén, que también pueden recibir visitas de sus familiares aunque con cita previa y aforos que no permiten llegar a la completa normalidad.
"Para las visitas hay que seguir protocolo de desinfección y ventilación, y por ello están más limitadas. Pero como se acerca el buen tiempo y tenemos un patio enorme, podremos tener más visitas en el mismo periodo de tiempo", espera la directora.
La única posible preocupación que les queda a las residencias ahora es la incertidumbre que provocan las nuevas variantes, que podrían desarrollar un escape inmune a las vacunas. Pero la cautela no se traduce en temor. "Ahora mismo miramos en lo positivo. Confiamos en las vacunas y esperamos que sigan haciendo efecto con el resto de la población y que los residentes puedan vivir según su voluntad", confía.