No ha dejado rastro la presencia de UPN hoy en la concentración de Colón. Ni una declaración pública, ni un mensaje corporativo en redes. Apenas un tuit de Sergio Sayas, junto al diputado Carlos García Adanero y al senador Alberto Catalán, y poco más. Desde luego, ni presencia ni protagonismo para su presidente Javier Esparza, que tras jugar con la ambigüedad finalmente se ha puesto de perfil. Tampoco ha ido su secretaria general, Yolanda Ibáñez, que todavía lastra hoy la última foto de Colón junto a la extrema derecha. Ni por supuesto su vicepresidente, Enrique Maya, el más astuto de los tres, y que ya esta semana anunció que no estaría en Madrid. El alcalde de Pamplona, que gobierna gracias al apoyo presupuestario del PSN, no tenía nada que ganar.

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Concentración convocada por la plataforma Unión 78 en la plaza de Colón en protesta contra los indultos

UPN ha estado hoy en Colón, pero lo ha hecho a escondidas. "Claro que habrá gente de UPN, es una concentración transversal", anunció hace una semana Esparza, arrastrado por la dinámica de confrontación en la que ha entrado el PP de Pablo Casado. Fortalecido tras las elecciones del 4 de mayo, pero condicionado por la radicalidad de Vox, que es en realidad quien marca los tiempos en la derecha española.

Es muy significativo que la extrema derecha haya sido hoy quien con más entusiasmo ha publicitado la convocatoria contra los indultos. Los de Abascal, situados en primera fila, han capitalizado la movilización, y son sin duda los grandes triunfadores de una jornada que, contrariamente a lo que pretendías sus organizadores, ha vuelto a reforzar a Pedro Sánchez.

Porque ni los indultos son hoy un problema real en la sociedad española -la situación sanitaria, el precio de la energía o las incertidumbres económicas están muy por delante- ni el Gobierno se va a ver condicionado por la exhibición de nacionalismo patrio de la derecha. Muy posiblemente será al contrario.

La concentración de hoy puede acallar las voces críticas que pudiera haber dentro del PSOE, que a la espera de lo que pueda ocurrir en las primarias andaluzas, se quedan sin argumentos tras la apropiación que la extrema derecha ha hecho de esta polémica política. Va a facilitar además cerrar filas al resto del arco parlamentario. Nadie va a romper ahora con el PSOE viendo cuál es la alternativa. Y es muy posible además que acabe reforzando electoralmente al propio Sánchez, que con los indultos muestra la suficiente valentía para resolver un problema enquistado en los tribunales.

UPN, un partido desorientado

Por eso resulta difícil de entender la presencia y apoyo de UPN a una convocatoria como la de hoy, que ni le reporta votos ni le garantiza una mayoría de Gobierno en Navarra, donde la derecha nunca ha tenido mayoría absoluta. Pero que sobre todo vuelve a poner evidencia la pérdida de personalidad que sufre la formación regionalista, diluida en medio del conglomerado en el que se ha convertido la derecha en Navarra. Que la principal referencia de UPN hoy en Colón sea Sergio Sayas, que rivalizó con Esparza en las primarias apelando a la necesidad de "recuperar las siglas y la esencia del partido", resulta muy esclarecedor.

Algo de lo que parece ser consciente el propio Esparza cuando decide ir pero no estar. Apoyar, pero no dejarse ver. Una posición a medio camino que no deja de ser un síntoma de debilidad. UPN se ha escondido en Madrid para que no lo vieran con la extrema derecha. Pero se ha escondido también de su propia crisis de identidad. Allí, entre la multitud, se nota menos la perdida de rumbo político en el que vive la derecha navarra desde que dejó el poder hace ya seis años.

Carlos García Adanero, Alberto Catalán, Sergio Sayas y Paz Prieto, en la manifestación de Colón.