- El navarro Emilio Silva (Elizondo, 1965) es presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica desde su fundación, en el año 2000. En estos más de 4 lustros ha acumulado una perspectiva que le convierten en un referente a la hora de analizar las políticas del Estado en este ámbito, los retos pendientes y la contestación y revisionismo desde la derecha.

Estamos ante un proyecto de ley que recibe críticas de distintas asociaciones, incluida la suya.

-No conozco el borrador segundo, pero el que conocimos primero, cuando lo presentó Carmen Calvo en septiembre, casi nos molestó, entre otras cosas porque mucho de lo que reclamamos al Gobierno de España no necesita una ley. Cuando llegó Pedro Sánchez a la Moncloa hubiera podido convocar a los jefes de los forenses en el Ministerio de Justicia, al jefe del Instituto Toxicológico que lleva los laboratorios de ADN y a algunos departamentos de Historia de universidades públicas, y ponerlos a trabajar. Han pasado tres años y he oído varias veces a Carmen Calvo, cuando era la responsable de este tema, decir que no se podía perder un segundo en este tema, algo que ahora solo lo puedo ver como una forma de oportunismo. En septiembre dijo que en tres meses el texto estaría en el Parlamento, y todavía no está, ha pasado por el Consejo de Ministros. Esto se mide por otros tiempos, que tienen que ver con la conveniencia política, pero no desde la realidad de las víctimas, hijos que aún viven y que no tienen mucho tiempo para esperar. Si uno piensa de verdad que con este tema no se puede perder ni un segundo, se pone a hacer cosas.

¿Habla de acelerar las exhumaciones y de adoptar políticas en el conjunto del Estado en la línea de Navarra y la CAV?.

-Le pongo un ejemplo. Hace unos días en el BOE apareció un decreto del Ministerio de Defensa donde se cuenta que se va a desmontar un cementerio en Alhucemas porque se está deteriorando. Va a exhumar un montón de cuerpos, pone las listas para hacer un llamamiento a los familiares de las personas que van a ser exhumadas y trasladadas a otro lugar. No he visto ninguna convocatoria de subvenciones, ningún debate con broncas de si eso divide o no a los españoles o reabre heridas. Un ministerio ha decidido eso, y lo hace porque es poder ejecutivo. Lo mismo podría hacer el presidente del Gobierno o el ministerio aquí. El problema está cuando se cruzan otros intereses que tienen que ver más con el partido o la estrategia política, que no cuentan con las necesidades que tienen las víctimas.

¿Pero cree que hay medidas implementadas en Navarra y la CAV que deberían servir?

-Lo que pasa que a esos modelos les falta una pata, que es la Justicia. Me parece por de pronto que el instituto Gogora es una institución que debería replicar el Estado, y crear algo similar a través de sus delegaciones y subdelegaciones del Gobierno allí donde no exista una iniciativa similar. Respecto a la pata de la Justicia, si se abre una fosa o se investiga un caso, detrás hay un delito que no prescribe según Naciones Unidas, la Convención contra las Desapariciones Forzadas. Es un delito permanente. Pero en el funcionamiento de la atención a las familias, creo que el Estado debería adaptar el modelo del instituto Gogora, para abrir la puerta a las víctimas, que tienen el derecho a exigirle que las atienda.

¿Qué confianza tienen en el proceso de enmiendas?

-Nosotros estamos preparando una campaña para cuando esto vaya a debatirse en el Congreso, y pensamos que en el proceso parlamentario en el que hay que construir una mayoría que avale un nuevo texto, quienes tienen que ayudar a construirla pueden influir en la mejora del redactado.

Su asociación se creó en el año 2000. Comparado aquel tiempo con el actual hay luces y sombras en la evolución de la sociedad española, enfrentada ahora a un nuevo capítulo de revisionismo.

-Cuando nosotros empezamos las exhumaciones científicas, y el tema de las fosas y los desaparecidos empezó a hacer un poco de ruido, y fuimos a Naciones Unidas en 2002, vino un autor como Pío Moa a construir un 'best seller' en el que hacía una lectura franquista de lo que había sido la Segunda República y la guerra. Eso siempre ha estado aquí. Escuchamos a Rafael Hernando cosificar a las familias diciendo que algunas solo se interesaban por sus padres cuando había dinero. Eso es algo de una cultura totalmente fascista, que es la deshumanización del otro. Ahora el PP tiene por su derecha una competencia y entonces este tema es más sensible. De hecho, el despegue electoral de Vox, y puede que fuera una casualidad, coincidió con una votación que hubo en septiembre de 2018 en el senado para la exhumación de los restos de Franco. Y es ahí cuando Vox empezó a acusar al PP de haberse puesto de lado. El PP se abstuvo, y ahí empezó lo de la derechita cobarde. Vox se encaró con el PP diciendo que eran unos tibios. Ahora estamos en un momento en el que electoralmente el PP tiene que atender a sus dos lados. Y lo que pasó con el ex ministro Camuñas ya está dicho, aunque luego lo corrigiese una diputada del PP a medias (se refiere a Cuca Gamarra). Lo que hizo el líder fue sonreír mientras se decía algo así. En 2004 hubo un homenaje a los presos políticos en el Congreso y un diputado que se apellidaba Grandes dijo que eso olía a naftalina. Siempre ha habido ese desprecio con las víctimas del franquismo o con quienes lucharon contra la dictadura. Y ahora es más evidente.

El propio Casado habló hace años de "los carcas" que "están todo el día con la guerra del abuelo" y "las fosas de no sé quién".

-Exactamente. Él barrió con los ojos el atril. No fue un calentón, eso lo llevaba escrito para decirlo tal y como lo dijo. Periódicamente existe esto. Luego lo tuercen un poco, pero ya lo han dejado estar, como lo de Camuñas. Ahora hay una fuerza parlamentaria que explícitamente representa ese discurso sin ningún matiz, y eso ha cambiado un poco el panorama. La derecha no ha aceptado el pasado, incapaz de romper con el franquismo, entre otras cosas porque está fundada por ministros de la dictadura. Es un impedimento para la democracia española; que no sean capaces de desprenderse del franquismo y dejar de vivir como si fuera posible ser demócrata y no ser antifranquista. En el caso de UPN pasa lo mismo. Les escucho a veces en el Parlamento hablando de guerra en Navarra, a ver dónde estuvo la guerra, y esa doble moral entre las víctimas del terrorismo y las víctimas del franquismo. Es alucinante la doble lectura que hacen. El PP ha dicho en ocasiones que las víctimas de ETA son las que tienen que cohesionar a la sociedad española. Las otras dividen y reabren heridas.

Usted conoce el rol urbanístico y simbólico que ha jugado el Monumento a los Caídos en Pamplona. -Yo lo desmontaría. Le devolvería a la ciudad ese horizonte. Creo que ese edificio era una demostración de fuerza del fascismo y no tiene resignificación posible. Pensar en construir ahí un centro de ocio es una forma de salvaguardarlo en el fondo. Es un edificio que merece dejar de estar, por todo lo que representó, por todo lo que hicieron quienes lo construyeron y quienes utilizaron esa imagen de los caídos por Dios y por España para esconder sus crímenes. Ha sido una especie de burladero político para esconder detrás muchísimas cosas, y creo que habría que desmontarlo y regalarle a la ciudad ese horizonte. Durante muchos años hubo mucha gente en Navarra que no tuvo un horizonte, precisamente por la persecución política, violenta, moral que generó el franquismo. Yo haría una especie de rebobinado y ese lugar lo devolvería a la vista a lo lejos que tenía... y que tiene que tener una democracia para distintas ideologías. Ese edificio representa exactamente lo opuesto a una democracia. A mí me parece muy difícil de resignificar, hacer un centro de ocio es una aberración, y creo que habría que desmontarlo directamente.

¿Y qué piensa de la resignificación que se plantea sobre el Valle de los Caídos?

-Es un problema muy complejo, porque el presidente del Gobierno dijo que lo va a convertir en un cementerio civil, pero con toda esa simbología que tiene, parece un contrasentido llamarle así a un lugar que tiene tanto significado católico y que está coronado por una de las mayores cruces del mundo. La palabra 'resignificar' es una forma de conservar. Yo creo lo único que haría, hace muchos años que ya lo propusimos a todos los partidos con representación parlamentaria, es una exposición en su nave central que cuente su historia. Que cuente cómo se planificó, cómo se hizo, para qué se hizo, quién fue obligado a trabajar allí, cómo se usó durante la dictadura para que fueran actores de Hollywood, mandatarios extranjeros, todos los soldaditos que venían a Madrid a hacer la mili que tenían que pasar por ahí. Que cuente también qué usos ha tenido en la democracia, cómo se ha vinculado la extrema derecha con el Valle.

Puede ser un uso complementario al del cementerio.

-Por supuesto que quien quiera saque los restos de ahí, vaya por delante. Esa exposición debería ser una unidad didáctica. Esa es la opción, convertirlo el Valle en una lección de Historia.

Entiendo entonces que es partidario de quitar la cruz.

-No. Yo creo que la cruz precisamente es un elemento para contar la historia. El Valle de los Caídos es el resultado de la colaboración entre el fascismo y el nacionalcatolicismo. Y esa es una representación perfecta.

"Proponemos una exposición en la nave central del Valle de los Caídos que cuente como se planificó y se hizo, y cómo se ha usado"

"Yo desmontaría el Monumento a los Caídos de Pamplona, creo que ese edificio no tiene resignificación posible"

"El primer borrador del proyecto de Memoria casi nos molestó. Mucho de lo que reclamamos al Gobierno de España no necesita una ley"

"Siempre ha habido un desprecio con las víctimas del franquismo o con quienes lucharon contra la dictadura, y ahora es más evidente"