La tarde del 24 de julio el patio de la Escuela de Arte y Superior de Diseño es siempre un hervidero. El trajín es evidente en el lugar desde el que nace una kalejira que involucra a cientos de personas. Alrededor de 750. Sin embargo, este miércoles ha sido diferente. Poco antes de las seis y durante un par de minutos, la actividad se ha paralizado casi por completo. Solo se han escuchado las trompetas de Unai Eseverri y Chuchín Esquíroz, de La Pamplonesa, que interpretaban la pieza 'El Silencio'. Nada más. Ha sido la despedida, íntima y sentida, de los amigos de Olentzero a uno de los fundadores de la asociación: Mari Ganuza, figura clave en esta y otras tantas tradiciones de esta tierra que falleció el pasado febrero. Un "va por ti" en toda regla al que ha seguido un inmenso aplauso y gritos de "Gora Mari!".

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EN FOTOS | Olentzero por Navarra Javier Bergasa

Cuando Olentzero ya asomaba por Iturralde y Suit, el homenaje se ha completado con un aurresku de honor para la familia del propio Ganuza, y de Jesús Mari Viguiristi, de Ricardo Insausti y de Loretxo Iñarrea, todos colaboradores de la kalejira del carbonero fallecidos los últimos meses. El de este miércoles ha sido un Olentzero para el recuerdo.

Cumplido el obligado homenaje, la kalejira ha transcurrido con habitualmente. Sin ocas y gallinas por el protocolo de la gripe aviar, y con los conejos como invitados especiales de última hora para suplir la ausencia de las aves.

Por lo demás, la comitiva ha desfilado como desfila siempre. También como siempre la multitud se ha agolpado para corresponder con la ilusión de cada Nochebuena a la visita de Olentzero. Muchos pequeños con una sonrisa llena de dientes, quizá proyectando en la figura del carbonero los regalos de esa noche o el día siguiente.