Después de más de seis años conviviendo con un error fatal, tratando el asunto con Osasunbidea y llegando a un pleito judicial que termina siendo una vía de lo más hostil para una reparación de este tipo, la familia de María conoció la sentencia, la primera resolución en la que se confirma la responsabilidad patrimonial de Salud en el intercambio de los bebés efectuado hace más de 25 años, hace apenas un mes.

Lo hizo en la primera semana de septiembre. Por azares de la vida, resulta que el mismo día en el que les fue notificada la resolución, se había dado a conocer en público un caso muy similar ocurrido en La Rioja. No dejaba de ser una tremenda casualidad, pero lo era. Podía haber sido cualquier otra fecha, pero coincidió dicha situación en el tiempo. Por tanto, de un modo u otro, hubo también una identificación con aquel caso.

En este sentido, lo ocurrido tuvo lugar en el hospital San Millán de Logroño. En 2002, dos bebés fueron intercambiados por un “fallo humano”, según la Consejería de Salud de aquella comunidad. 19 años después, una de las víctimas de aquel fallo humano denunció que este intercambio hizo que acabase en una familia desestructurada que no era la suya y reclamaba una indemnización de tres millones de euros.

La reclamación en el caso navarro era de la mitad de esa cantidad y finalmente fueron estimados 320.000 euros por el juzgado. A raíz del caso de Logroño, una eminencia médica como el doctor Antonio Garrido-Lestache, impulsor en 1989 de la huella dactilar de un recién nacido, manifestó en una entrevista que casos como aquel que se había conocido “no era el primero ni iba a ser el último”.