Las cifras del impacto de la pandemia en la salud mental continúan dibujando mapas desoladores como el que acompaña a estas líneas. En su conjunto, los datos señalan que en Navarra un 18,1% de las mujeres consumieron tres o más envases de ansiolíticos y/o antidepresivos en el último año, curso marcado por la irrupción del covid-19 que llegó a suponer un confinamiento domiciliario y varios meses marcados por las restricciones.

Todo este cóctel parece haber supuesto un problema psicológico más grave para el sexo femenino, que duplica el uso de ansiolíticos N50B, hipnóticos y sedantes N05C y/o antidepresivos N06A a los hombres (8,9%). En total, ambas cifras suponen un aumento -aunque de forma leve, según indican desde el departamento de Salud- del uso de estos fármacos en comparación con los anteriores datos, tomados en 2017.

Respecto a las áreas con mayor consumo, lo encabezan las mujeres de localidades de la zona media oriental de la comunidad como Lodosa (21,4%), Allo (20,9%), Artajona (20,2%), Puente La Reina (19,3%), Olite y San Adrián (19% ambas). La siguiente, y la primera de la comarca de Pamplona, es Mendillorri (18,7%). Por el contrario, las que cuentan con menor uso de este tipo de medicamentos en mujeres son Lesaka (11,9%) y Leitza (11,6%).

En cuanto a la misma clasificación pero solo atendiendo a los hombres, la incidencia es más diversa y el área con mayor uso es Artajona (11,4%), y después se encuentran Buztintxuri, Puente La Reina y Allo (10,9%) y el Casco Viejo de Pamplona (10,7%).

Porcentaje de consumo de ansiolíticos y/o antidepresivos en Pamplona en 2020.

Todos estos datos fueron publicados ayer por el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN), que a través del Observatorio de la Salud Comunitaria (OSCN) recopila una serie de informes de perfil por zona básica de salud que recogen 30 indicadores sociodemográficos, ambientales, sobre estilos de vida, enfermedades y del sistema sanitarioanálisis global de la salud de la población de cada zona con el objetivo de realizar un análisis global de la salud de la población de cada zona.

Este estudio también ha servido para detectar una peor autopercepción del bienestar general, un indicador recientemente incorporado -por lo que no se puede comparar con valores anteriores- y que señala que una de cada cuatro mujeres (un 26,6%) presentan un bajo bienestar general, una cifra también mayor que el de los hombres (18,1%).

Asimismo, la elaboración de estos perfiles ha permitido certificar que la factura psicológica de la pandemia no ha afectado igual a todas las personas. En concreto, al comparar los resultados de las distintas zonas básicas, se aprecia que las desigualdades territoriales en salud coinciden con las desigualdades sociales. En cuanto al consumo de ansiolíticos y/o antidepresivos, las mencionadas zonas de Allo o Lodosa también aparecen en las primeras posiciones de tasa de riesgo de pobreza severa.

En plano general, y según concluyó el departamento de Salud, las zonas básicas del norte y las que incluyen a los barrios y pueblos de la comarca de Pamplona con mayor renta per cápita presentan más indicadores con buenos resultados, frente a las zonas en las que hay más población con rentas bajas.