La mañana del 26 de febrero de este año, un hombre de 30 años de edad y que había sido vecino de Pamplona, Carlos P., de origen boliviano, aceptó en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra una sentencia condenatoria que le imponía 17 años de cárcel por por haber violado dos veces a una menor de 12 años a la que conoció en Sanfermines cuando formaba parte de un grupo de bailes. Esa misma mañana, el acusado, que se encontraba en libertad, solicitó un tiempo para ingresar en prisión para despedirse de su familia en Valencia y dijo, de hecho, que estaba dispuesto a portar un localizador si fuera necesario. En realidad, la Audiencia no respondió a su petición, pero han tenido que transcurrir cinco meses y medio para que se ejecute su encarcelamiento. El procesado entró en prisión el pasado 6 de agosto y ahora su liquidación de condena será el 30 de agosto de 2042.
No tenía pasaporte
En su día, el acusado aceptó los hechos (con lo que la sentencia era firme porque las partes anunciaron su intención de no recurrirla) después de que la Fiscalía y la acusación particular rebajaran a 17 años su petición inicial de pena que ascendía a 38 años de cárcel. Pero el tribunal se demoró en acordar su ingreso en prisión. Durante la instrucción de la causa el procesado había estado en libertad, se le había retirado el pasaporte, se le prohibió salir del territorio nacional y acudía al juzgado cuando se le requería. Así siguió hasta el pasado agosto.
Los hechos probados que aceptó el acusado acreditan que quedó con la víctima en varias ocasiones con objeto de ensayar distintas coreografías, y en este contexto, en julio de 2022, ambos se vieron en el parque de Yamaguchi de Pamplona. En un momento dado, el procesado se acercó a ella y trató de besarla, logrando apartarse ella, momento en el que el procesado con ánimo de satisfacer sus propósitos lascivos, le sujetó la cabeza con fuerza y la besó durante varios minutos. Cinco días después, el procesado acudió al domicilio de la menor y, aprovechando que se encontraban solos en el mismo, llevó a su habitación a la menor a pesar de que ésta le decía que no quería, que parara y que le iba a echar de su casa, a lo que el procesado hizo caso omiso. Él contestó que no era capaz y que iba a contar a sus padres todo, doblegando así la voluntad de la víctima, a la que el procesado sentó en el sofá. Allí le obligó a tener relaciones sin su consentimiento.
Pocos días más tarde, actuó de modo similar. Llevó a la menor a su domicilio agarrándola del brazo, y con el único propósito de doblegar la voluntad de aquella, le dijo que estuviese callada para que no le escuchase nadie, la metió en su cuarto, cerró el pestillo y le reiteró que si no accedía a sus pretensiones contaría a su entorno todo lo que había ocurrido entre ellos. Ella se quedó sin capacidad de resistencia y él la violó. El hombre fue condenado además a 30 años de alejamiento y prohibición de comunicación con la víctima y a indemnizarla con 30.000 euros. Por el momento no ha pagado ninguna cantidad.