Este 25 de noviembre de 2020, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es un 25 de noviembre diferente a los vividos hasta ahora por dos motivos que son claros y reveladores de donde estamos y hacia dónde debemos ir. El primer motivo que diferencia la efeméride este año es la covid-19. Es un día que se va a celebrar en situación de pandemia mundial con una grave crisis sanitaria y económica. Todas las crisis, independientemente del signo que sean, golpean con fuerza a las mujeres en todo el mundo, en ésta que estamos viviendo con la covid-19, golpea aún con más fuerza a las mujeres víctimas de violencia de género por las restricciones existentes, que en aras de la seguridad sanitaria favorecen este tipo de violencia. El confinamiento o el cuasiconfinamiento propicia que las mujeres y sus hijas e hijos pasen su tiempo completo con su agresor sin posibilidad de momentos de escape. Confinamiento que refuerza el aislamiento que estas mujeres sufren, sin posibilidad de acceso a los recursos públicos ni a los apoyos sociales y familiares, con los riesgos físicos y psicológicos que conllevan para la salud de la mujer y sus hijas e hijos. Así mismo, la crisis económica y la falta de disposición de recursos económicos propios, afecta a las mujeres duramente, o bien directamente, porque son ellas las que se quedan sin su puesto de trabajo, no hace falta recordar que los empleos más precarios y primeros en ser prescindibles son aquellos que son realizados por mujeres, o bien indirectamente, porque son los agresores de los que dependen económicamente los que pierden el puesto de trabajo, propiciando situaciones de comportamientos agresivos y controladores en el hogar que agravan la espiral de violencia. El segundo motivo a señalar que marca la diferencia de este día, son los negacionistas de la violencia contra las mujeres, este motivo no es nuevo, viene ya trabajándose desde diferentes sectores de nuestra sociedad de forma muy sutil y sin publicidad desde la última crisis económica, tendencia identificada como neomachismo, pero ha sido en los dos últimos años, tras la aparición en la esfera política de formaciones que defienden abiertamente este negacionismo, cuando han salido a la superficie, se les ha visibilizado, están presentes todos los días en nuestra vida cotidiana, en los medios y en la política, con discursos que nos hacen retroceder décadas de trabajo realizado en la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer y que cuestionan todas las políticas públicas con el único fin de preservar la superioridad en todos los ámbitos del hombre sobre la mujer. Negar la violencia estructural sobre las mujeres, negar que son las mujeres las que son asesinadas por ser mujeres, negar que las leyes contra la violencia son necesarias porque la violencia contra las mujeres no existe, negar que son los hombres quienes ejercen este tipo de violencia y criminalizar a quienes trabajan con y para las mujeres víctimas de este tipo de violencia, son sus argumentos y su acción política. Pero está claro que quienes niegan los derechos humanos, quienes niegan la libertad de las mujeres a vivir una vida plena y digna, no tienen cabida en una sociedad democrática, desde nuestros postulados políticos nos tendrán siempre en frente, trabajando por una sociedad libre de toda violencia, libre de toda violencia contra las mujeres. Nos tendrán en frente trabajando por una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres, elemento clave en la prevención de violencia contra las mujeres, usando todos los recursos educativos, económicos y sociales que tenemos a nuestro alcance como sociedad moderna para combatirla, desde las instituciones, el asociacionismo y la calle y sin retrocesos en los derechos de las mujeres. Contra la violencia machista, ni un paso atrás, atzera pausorik ez.

La autora es Burukide del Napar Buru Batzar de EAJ-PNV y Parlamentaria foral de Geroa Bai