Estados Unidos superó este miércoles los 400.000 casos confirmados de COVID-19 y las 13.000 muertes, con la enfermedad cada vez más extendida a lo largo del país, pero con señales de estabilización en algunos de los principales focos.

Según datos de la Universidad Johns Hopkins, a las 18.00 GMT de este miércoles EE.UU. acumulaba 402.923 positivos y 13.007 fallecimientos, que están aumentando a un ritmo cercano a los 2.000 por cada 24 horas.

Nueva York sigue siendo el gran epicentro de la pandemia con más de 142.000 positivos, muy cerca ya de las cifras de España, y con 6.268 fallecidos, tras un nuevo récord de 779 en la última jornada.

Y las cifras reales, según admiten las autoridades, son seguramente mucho peores, pues no se están contabilizando los muertos fuera de hospitales a menos que ya hubiesen dado positivo previamente. Solo en la ciudad de Nueva York, se cree que entre 100 y 200 personas pueden estar falleciendo cada día en sus hogares con COVID-19.

Las continuas sirenas de ambulancias que se escuchan en la Gran Manzana y las imágenes de cuerpos sin vida saliendo de los hospitales rumbo a improvisadas morgues siguen ilustrando el día a día para los residentes, entre los que se ha generalizado el uso de mascarillas o formas caseras de cubrirse el rostro.

NUEVA YORK APLANA LA CURVA

Las "buenas noticias" son que la "curva se aplana" en Nueva York, según destacó este miércoles el gobernador del estado, Andrew Cuomo, que explicó que las nuevas hospitalizaciones se están reduciendo de manera importante y dando un respiro al sistema de salud.

"Si el ritmo de hospitalizaciones sigue bajando de la forma en que lo está haciendo, el sistema debería estabilizarse en estas próximas dos semanas, lo que minimizará la necesidad de capacidad extra que hemos construido", explicó en su conferencia de prensa diaria.

Cuomo aseguró que los datos demuestran que las medidas de confinamiento y de parón de la actividad económica están funcionando, pero avisó de que los fallecimientos pueden seguir aumentando durante los próximos días, a medida que perecen personas que llevan semanas luchando contra la enfermedad.

EL VIRUS SE EXTIENDE POR TODO EL PAÍS

La vecina Nueva Jersey, el segundo estado más golpeado, acumulaba este miércoles más de 1.500 muertes -con un nuevo máximo diario de 275- y se acercaba a los 48.000 casos confirmados, pero también comenzaba a ver las primeras señales de que los contagios pueden estar comenzando a frenarse.

Algo parecido ocurría en el estado de Michigan, el tercero con más casos, donde las últimas cifras de Detroit -el principal foco- dan algunos motivos para el optimismo.

Nueva Orleans (Luisiana), Chicago (Illinois) o el sur de Florida continúan siendo otros de los puntos calientes, mientras que las autoridades están preocupadas por la evolución en la capital federal, Washington, donde hasta ahora se han registrado únicamente unos 1.500 casos y menos de 30 muertes.

Según el principal epidemiólogo del Gobierno de EE.UU., Anthony Fauci, esta semana va a ser "mala" para el país en términos de muertes, pero se espera que para la próxima comience a verse un cambio de tendencia, lo que no debe llevar a relajar las medidas para limitar los contagios, según dijo en la cadena Fox News.

Para responder a la crisis, EE.UU. se fija más y más en California, uno de los primeros focos y con una actuación muy decidida ha conseguido limitar el número de casos, que se sitúan aún por debajo de los 18.000 en un estado con 40 millones de habitantes.

De cara al futuro próximo, una de las grandes preocupaciones es el avance del virus en comunidades rurales, que cuentan con menos recursos sanitarios y, en general, poblaciones más envejecidas, pobres y con más problemas de salud.

Según las autoridades, el coronavirus ha llegado ya a más de dos tercios de los condados rurales del país y uno de cada diez han registrado fallecimientos.

AFROAMERICANOS Y LATINOS, LOS MÁS AFECTADOS

Por ahora, el COVID-19 ha golpeado principalmente a las grandes ciudades y, dentro de ellas, con especial fuerza a las comunidades afroamericanas y, algo menos, a las latinas.

En el caso de la población negra, ya desde el inicio de esta semana varios estados vienen dando la señal de alarma, con Luisiana a la cabeza, donde un 70% de los fallecidos son afroamericanos, pese a que únicamente representan un tercio de la población.

Las cifras de lugares como Illinois y Michigan también muestran que la comunidad afroamericana está siendo afectada desproporcionadamente por la enfermedad.

Nueva York, que con su alto número de casos y una población muy diversa cuenta con una muestra más representativa, vino a confirmar la tesis este miércoles al ofrecer sus primeros datos de este tipo.

En la Gran Manzana, los hispanos son los peor parados, con un 34 % de los fallecimientos pese a suponer el 29% de la población, mientras que los negros representan el 28% de los muertos cuando son el 22 % de los habitantes.

Aunque las cifras no son tan marcadas como en otros estados, las autoridades anunciaron medidas para responder a esta disparidad: por un lado el estado va a aumentar el número de tests entre las minorías y por otro la ciudad va a poner en marcha una gran campaña de información y concienciación en varios idiomas.

MÁS MEDIDAS ECONÓMICAS

Ante el impacto económico de la pandemia, el Congreso estadounidense analizaba este miércoles un nuevo paquete de asistencia con más fondos para las pequeñas y medianas empresas así como para los gobiernos locales y estatales, apenas días después de que entrase en acción el plan de estímulo fiscal de 2 billones de dólares.

El monto total en discusión actualmente entre republicanos y demócratas podría ascender a 500.000 millones de dólares, mientras que se prevé que este jueves se vote otro fondo adicional de 250.000 millones para ayudas a las pequeñas y medianas empresas, después de que la partida precedente de 350.000 millones de dólares se agotase ante la elevada demanda de peticiones.