Resulta que son los venezolan@s los que eligen por votación secreta, directa y universal a su presidente. No una Asamblea que va en contra de la Constitución de Venezuela y que por ello fue condenada en desacato, no unos medios audiovisuales en manos de los magnates locales o extranjeros, no lo decide Washington y por supuesto tampoco Bruselas.

En las elecciones presidenciales de mayo de 2018 participaron dieciséis partidos políticos, proponiendo seis candidatos, de muy diferentes tendencias. No quisieron participar tres partidos, por una sencilla razón, no veían posibilidad de ganar y como malos perdedores comenzaron a jugar sucio. Así es determinada oposición en ese país, si ganan entonces sí vale, si no lo hacen, si pierden, entonces no son válidas, pese a que el sistema de votación sea de los más fiables del mundo, comprobado cada vez por personas y organizaciones de criterio fidedigno, además de por auditorías objetivas.

Por tanto, el presidente elegido democráticamente y legalmente en Venezuela es Nicolás Maduro, porque ell@s lo decidieron. No lo es un títere, un fantoche formado y entrenado para servir a los Estados Unidos, llamado Guaidó, el votado por nadie, que también participó en las algaradas violentas organizadas por el entramado oligárquico en 2014 conocidas como La Salida y que provocaron decenas de muertos.

La Asamblea Nacional que no cumple ni respeta nada, como así se lo recordaban: violenta los artículos 130, 131 y 132 de la Constitución, en particular el deber que tiene “toda persona” de cumplir y acatar esta Constitución, las leyes y los demás actos que en ejercicio de sus funciones dicten los órganos del Poder Público. No reconocen las sentencias judiciales, se atribuyen funciones que no les corresponden, atacan y humillan la soberanía de su país, y pretenden que la violencia que promueven quede impune, tanto la pasada, como la presente y la futura. En cualquier país donde imperase la justicia estarían ilegalizados.

El brillante intelectual venezolano Luis Britto nos trae a la memoria la última vez que se impuso desde fuera en su nación al dirigente, cuando José Bonaparte, que invadió España, designó un Capitán General.

Los europeos occidentales, salvo excepciones, no cambian, dictan o quieren dictar lo que otros deben hacer, no de acuerdo a los intereses de estos últimos sino a los de los primeros. Italia ha mostrado sensatez y respeto por la legalidad internacional, como hacía el viceministro de Asuntos Exteriores Manlio Di Stefano: “Italia no reconoce a Guaidó, porque estamos absolutamente en contra del hecho de que un país o un grupo de terceros países puedan determinar la política interna de otro país; se llama principio de no interferencia y está reconocido por la ONU”.

La resolución 2131 (XX) de la ONU nos recuerda que ningún estado tiene derecho a interferir en los asuntos de otro y no puede emplear ningún tipo de coacción: militar, económica, política? Algo como saben continuamente vulnerado por los Estados Unidos y sus socios.

Hablando de libertad y poder de elegir, los españoles no votaron ni eligieron a su Jefe de Estado, el Rey que impuso la dictadura tras violentar a sangre y fuego al Gobierno de la República y a la mayor parte de la población. En el caso de España nos enseña también la hipocresía de una clase política y mediática dirigida por los grandes propietarios que propugnan golpes de Estado contra democracias, mientras en su lugar persiguen y encarcelan a presos políticos por haber propuesto y llevado a cabo un referéndum donde los catalanes pudiesen decidir cómo organizarse y existir políticamente.

Como para dar lecciones a otros estamos. Más con la enorme presión y censura para no contar estas contundentes verdades que se ocultan con saña al público, tratándolo de engañar con el fin de promover otro golpe de Estado porque una nación piensa más en su propia gente que en los beneficios de los adinerados de dentro o de fuera.

No creo o no quiero creer que se están creyendo las innumerables mentiras y falsas historias del repentino interés de las transnacionales corporativas y los estados a su servicio por el bienestar del trabajador venezolano, nunca lo tuvieron, basta ver como tienen en la precariedad y miseria a tantos dentro del autodenominado mundo civilizado. Aquí, como en tantos precedentes: Libia, Yugoslavia, Chile, Nicaragua, El Salvador, Irak, Irán, Afganistán..., y la propia Venezuela antes de que llegase Chávez, están preparando el saqueo, el endeudamiento y la ruina del país.

Por qué los venezolan@s votan a Maduro como antes lo hacían con Chávez. ¿Por qué?

Nos lo dice el historiador estadounidense Michael Parenti, la mayoría perciben a estos políticos y sus organizaciones por ser los únicos que se preocuparon en su historia por su atención médica, por qué comerán hoy y mañana, por que sepan leer y escribir, y así aumentar su cultura; en definitiva, por pensar más en la gente que en el provecho propio. Algo muy inusual en un mundo tan individualista y egoísta como el nuestro.