bagdad - Irak ahondó ayer aún más su crisis tras la decisión del presidente, Barham Saleh, de rechazar la candidatura a primer ministro presentada por la coalición Al Biná y de poner su cargo a disposición del Parlamento.

Casi un mes después de la dimisión de Adel Abdelmahdi en medio de la mortal represión a las protestas en rechazo al Gobierno y los partidos, las fuerzas políticas no han logrado ponerse de acuerdo sobre quién es la mayor fuerza parlamentaria y, por tanto, tiene derecho a nominar a un dirigente según la Constitución.

Lo ajustado de las elecciones y la volatilidad de las alianzas en el Parlamento, han dejado a Saleh atrapado en una encrucijada burocrática que ya le llevó a consultar al Tribunal Federal Supremo y al Parlamento.

Sin que este último haya resulto sus dudas, Saleh aseguró que el nombramiento de un candidato sin saber cuál es el bloque con más escaños “puede representar una vulneración del texto constitucional”.

rechazo a al biná Por ello, el presidente rechazó ayer al último candidato de la alianza Al Biná, a la que pertenece Al Fath y que se disputa el puesto de principal fuerza del Legislativo con Sairún, coalición apadrinada por el destacado clérigo chií Muqtada al Sadr.

“Con todo mi aprecio al señor Asad al Eidani, me abstengo de nombrarle como candidato del bloque Al Biná, puesto que la presidencia de la República ha recibido varias cartas sobre el bloque parlamentario con mayor número, pero que son contradictorias”, apuntó Saleh en una carta a la Cámara.

La crisis política, que no ha hecho más que agravarse en los últimos días tras expirar el plazo legal para nombrar a un nuevo primer ministro, ha llevado al presidente a poner su cargo a disposición de los diputados “para que decidan a la luz de sus responsabilidades como representantes del pueblo lo que vean oportuno”.

Saleh, en el cargo desde 2018, cuando se celebraron elecciones en Irak, argumentó que tomó esta decisión para “acabar con el derramamiento de sangre y proteger la paz” en el país. - Efe