- El líder opositor ruso Alexéi Navalni, en huelga de hambre en prisión desde hace veinte días, fue ingresado en un hospital penitenciario tras afirmar sus aliados que su vida “pende de un hilo” y tras las presiones internacionales ejercidas sobre el Kremlin en las últimas horas.

En ese hospital, en la misma región que la prisión en la que cumple una condena de dos años y medio de cárcel por un antiguo caso penal, será examinado por un médico general cada día y recibirá “con su consentimiento” un tratamiento con vitaminas, de acuerdo con las autoridades.

Su equipo afirmó ayer que la condición médica de Navalni “se ha deteriorado tanto que incluso la Administración reconoce la necesidad de hospitalización”, aunque ayer mismo las autoridades penitenciarias habían reiterado que el estado de saludo del opositor es “satisfactorio”.

Navalni lleva casi tres semanas en huelga de hambre para exigir que le permitan ver a sus médicos de confianza. Tiene una doble hernia y una protusión discal, y ha adelgazado 16 kilos desde que ingresó en prisión en febrero pasado y 9 desde que se negó a ingerir comida. El fin de semana, un médico que le había tratado con anterioridad, Yaroslav Ashijmin, afirmó, al citar un análisis bioquímico de sangre del 15 de abril, que Navalni “puede morir en cualquier momento”.

Las autoridades penitenciarias decidieron ingresarle después de que las presiones internacionales aumentaran. El sábado, el presidente de EEUU, Joe Biden, calificó de “totalmente injusta” la situación de Navalni, y el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, advirtió el domingo a Rusia de que habrá consecuencias si muere.

La UE volvió a exigir el domingo la liberación inmediata e incondicional de Navalni y ayer el alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell, insistió en que las autoridades rusas permitan “acceso inmediato” a un médico de su confianza.

El Kremlin hizo oídos sordos a las presiones, al afirmar su portavoz, Dmitri Peskov, que no hace caso a advertencias de otros países. “El estado de salud de los condenados y reclusos en Rusia no puede ni debe ser tema de su interés”.