Antes de la reciente escalada bélica combatir la covid-19 ya era difícil en Gaza, en gran medida por el bloqueo israelí que dificulta el acceso de medicamentos, vacunas y test; pero la destrucción de hospitales y el hacinamiento entre los desplazados por la pérdida de sus viviendas tras once días de bombardeos, ha multiplicado la propagación del virus hasta un 30%. “Tras el final de la agresión aérea israelí el 21 de mayo, combatir la propagación del coronavirus en la Franja de Gaza se ha vuelto cada vez más difícil debido a una mayor escasez de instalaciones y equipamientos”, dice Ahmad Jenaina, director del departamento de medicina preventiva del Ministerio de Sanidad del enclave.Si hasta hace algunas semanas esa escasez se debía, al menos en parte, a las dificultades fruto del bloqueo impuesto por Israel desde 2007, esta “mayor escasez” responde a la inmensa destrucción causada por el conflicto armado que tuvo lugar en las últimas semanas. La consecuencias de esta escalada, que hasta ahora se medían sobre todo en cifras de muertos (al menos 255 en Gaza y 13 en Israel), de edificios destruidos y de pérdidas económicas millonarias, cuentan ya con un nuevo indicador: los contagios de coronavirus.

El ratio de infecciones en la Franja es de 5.200 por cada 100.000 habitantes, cuatro veces más que el de la India, uno de los países más afectados por la pandemia en estos momentos, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA). El rastro de destrucción de la escalada bélica que terminó hace una semana añade munición a la casi permanente crisis sanitaria de la Franja, superpoblada, bloqueada desde hace 15 años por Israel, asediada por la covid-19 y amenazada por un nuevo repunte de contagios.