“Estamos muy tristes, muy cansados, muy agotados. En un día casi muere toda mi familia. Así que, aunque el final que queríamos no es este, estamos aliviados de que mi familia está viva, están sanos y a salvo porque podían haber muerto en el atentado”, dice aun con mucho dolor Aziz, el marido de la tudelana Silvia Arrastia. Ambos vivieron el viernes una jornada angustiosa, dolorosa y cruel. Todos los esfuerzos para salvar a su familia fueron en vano. Y el atentado suicida que hizo estallar dos bombas y causó un centenar de muertos y heridos en el aeropuerto de Kabul también hizo saltar por los aires todas las esperanzas de esta pareja. Se destruyó cualquier remota posibilidad de evacuar a la familia de Silvia y Aziz desde Kabul a Tudela. Al menos por ahora.

¿Cuál es la situación de su familia ahora?

- Están mal, están muy cansados, han pasado la noche en un hospital. Con heridas por los tumultos de gente y estampidas que se crearon tras el atentado. Estaban allí mismo, al lado.

Y vosotros, ¿cómo estáis?

- Fatal, muy agotados, todavía no somos conscientes de todo lo que hemos vivido estos días de angustia. Y todavía no sabemos qué va a pasar. No nos ha dado tiempo a asimilar. Sí que estamos muy agradecidos a toda la gente que se ha preocupado por nosotros. Y todo el apoyo que hemos recibido. Quiero pensar que han hecho todo lo que han podido. Estoy muy agradecida al consejero Eduardo Santos y al Gobierno de Navarra. También el otro día me llamó el alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, para preguntarme si podía hacer algo por nosotros. Me alivia pensar que personas de partidos políticos muy diferentes y desde muchos sitios se han unido y se han interesado por nosotros estos días.

¿Qué esperanzas tenéis ahora?

- No lo sé, la verdad. La semana que viene nos reuniremos con el Gobierno de Navarra para evaluar la situación, aunque sea para sentarnos en una mesa. Lo que sí pediría es al presidente Pedro Sánchez que sea más comedido con sus palabras cuando dice que la operación de evacuación “ha sido un éxito”, creo que se ha hecho lo que se ha podido en un contexto muy complicado, pero no puede ser un éxito porque no se ajusta a una realidad muy dura.

Usted que ha trabajado en campos de refugiados sabe que mucha gente no tiene tanta atención en los medios, ¿qué reflexión le merece eso?

- Sabemos que hay familias que están mucho peor que nosotros en muchos lugares del mundo precisamente porque no tienen tanto apoyo ni tanta atención. Nosotros, gracias a vosotros, tenemos la oportunidad de contar nuestra historia. Nadie, allí o en otras partes del mundo, se merece vivir con miedo y a temer por su vida. Aunque no estén en una lista de ningún Ministerio, todas las personas tienen derecho a vivir dignamente y de forma libre. Y a salir de sus países si es necesario.

¿Qué es lo que pediría ahora a las instituciones?

- Que no les abandonen, que no les dejen allí, que los saquen. Que abran las fronteras de países limítrofes, que busquen soluciones. Y sobre todo, que cuando pasen unos días que no se olviden de Afganistán. Los políticos y las instituciones tienen ahora la oportunidad de demostrar que, aunque luego Afganistán no esté en el foco mediático, las personas de allí y de otros lugares sí que importan. Pasaran cinco o seis meses, Afganistán tendrá guerras, y veremos a algunas de esas personas que ayer estaban en el aeropuerto desesperadas, montadas en una barca en el Mediterráneo, en los bajos de un camión o saltando una verja. No seamos entonces hipócritas. Que no se nos olvide esto.