El viernes 29 de octubre, la muerte prematura, a los 51 años, de Pello Fernández Larrea, Gadafi, por un infarto fulminante, dejó conmocionado al pueblo de Leitza, localidad en la que había nacido y donde residía. Tuvo una buena muerte. Una muerte súbita y fulminante, que su íntimo amigo y compañero de cacería, Miguel, no pudo impedir a pesar de su empeño y su pericia en la reanimación cardiovascular. Y murió, por azar, en las cercanías del lugar que él más amaba de Leitza, Usotegieta, a cuya excelente parada 82, que había tenido la suerte de obtener en el sorteo anual junto a sus amigos Miguel y Xabier, se aproximaba cuando se produjo el deceso. Usotegieta era su lugar preferido de Leitza, y acostumbraba decir a sus amig@s que quería que, tras su fallecimiento, depositaran sus cenizas en él. Pues tenía la premonición de que les precedería en la muerte y añadía que se alegraba de no sobrevivirles pues sus muertes le darían mucha pena.

Pello, Gadafi, era un espíritu libre que eligió disfrutar de la vida y del presente con plenitud. Era alegre, trabajador, conscientemente bondadoso, generoso y amigo de sus amigos. Cuidaba de su familia y de sus amigos íntimos y más lejanos. Desarrollaba su trabajo de conductor y transportista por Europa y por el entorno más cercano con eficiencia y responsabilidad. Disfrutaba de sus aficiones entre las que sobresalía la caza de paloma. Colaboraba con entusiamo en las reuniones de amigos. Participaba en la vida comunitaria y en las fiestas de Leitza, donde era una persona muy querida.

Al recibir la inesperada noticia de su muerte súbita, su mujer Ana, su hijo Joanes, y su familia, reaccionaron con entereza. También lo hicieron sus íntimos amigos, que acompañaron a la familia tras el fallecimiento y durante el sepelio y que la seguirán acompañando en el futuro. La dolorosa noticia de su fallecimiento conmocionó a mucha gente que le quería y le apreciaba, tanto en Leitza como en los lugares que frecuentaba por razones familiares, laborales, o de ocio. Personas que le recordarán pletórico de alegría de vivir, con un humor contagioso e inteligente, amigo de sus amigos y siempre dispuesto a ayudar con generosidad y alegría contagiosa. Por lo que, las numerosas personas que acudieron a su despedida recibieron con el chistu y un emocionado aplauso, la llegada al atrio de la Iglesia de las cenizas que transportaba su esposa Ana, acompañada por su hijo Joanes, familia y amig@s. Y las despidió, tras el acto religioso, con tiros de escopeta, en recuerdo de la pasión de Pello, Gadafi, por la caza de la paloma.

No ha disfrutado de una vida larga pero ha culminado una vida valiosa, feliz y plena. Descanse en paz.

Heriotza bizitzaren zatia da, eta ez du adinik. Gure bihotzean zaude, Pello, Gadafi, betiko gordeta. Zure bizi poza geratu dadila, betirako, gure barrenean.