pamplona - La celebración de la Diada se convirtió ayer en un clamor a favor de la puesta en libertad de los exconsellers y los líderes sociales del independentismo, encarcelados por el referéndum de independencia del 1 de octubre. Alrededor de un millón de personas, según los cálculos de la Guardia Urbana de Barcelona, se manifestaron a lo largo de la Diagonal, la principal arteria de la ciudad, para poner sobre la mesa la petición de libertad para los presos, el debate que va a marcar los próximos meses y que aún es pronto para anticipar en qué medida puede condicionar el deshielo y el diálogo entre el Govern y el presidente Sánchez.

En una entrevista concedida a TV3 tras la celebración, el president Torra evitó fijar la puesta en libertad de los presos como condición previa para el diálogo, aunque parece complicado que el clima político no se contagie de lo que suceda en los próximos meses en el Tribunal Supremo, que dará comienzo al juicio del procés antes de que acabe el año. La Fiscalía ya ha deslizado que no va a retirar el delito de rebelión, y los acusados se temen condenas largas. El flanco judicial permanece abierto en un momento clave para el Gobierno español, en plena negociación de los Presupuestos para el próximo año, donde los votos del PDeCAT y ERC son decisivos; y en un momento en el que pretendía lanzar un guiño al Govern con la recuperación de algunas de las 16 leyes del Parlament vetadas por el Tribunal Constitucional. La posición del soberanismo no es monolítica en lo que respecta a condicionar el diálogo a la libertad de los presos. El Govern y JxCat evitan poner ese límite, pero ERC sí lo insinúa. Por otro lado, el president Torra tuvo que emplear ayer su tono más combativo para calmar a la ANC, prometerle que llegará “hasta el final” con la autodeterminación e instar a Pedro Sánchez a escuchar “el clamor” del pueblo catalán.

La Diada volvió a poner a prueba el músculo del independentismo catalán, que ya arrastra seis años de movilización continua y ayer no dio señales preocupantes de fatiga. La manifestación organizada por la ANC y Òmnium se celebró un año después del referéndum de independencia y de la frustración que provocó la posterior suspensión del autogobierno por parte del expresidente Rajoy, y la oleada de encarcelamientos en el Govern, que se llevó por delante al exvicepresident Junqueras y a exconsellers como Turull, Rull, Romeva y Forn; y que provocó la huida a Bélgica del expresident Puigdemont. Los líderes de la ANC y Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, también acabaron entre rejas. Este desenlace no provocó ayer la desmovilización de los soberanistas, que volvieron a hacer una demostración de fuerza para pedir la libertad de los encarcelados.

Paradójicamente, les dio oxígeno la declaración del ministro Borrell, la bestia negra del independentismo por sus posiciones jacobinas en el modelo de Estado. Borrell admitió para sorpresa de todos que “personalmente” hubiera preferido la libertad condicional de los reclusos porque hay otras medidas que pueden garantizar que no se den a la fuga. Aunque matizó que el Gobierno español no puede remediarlo porque existe la separación de poderes, ya era demasiado tarde para frenar la bola de nieve: el PP lo acusó de tener un acuerdo bajo mesa con el Govern, y el propio Torra recogió el guante pidiendo a Borrell que presente una iniciativa parlamentaria para liberar a los soberanistas.

sin abrir las cárceles Torra aprovechó la jornada para aclarar unas declaraciones que se prestaban a todo tipo de interpretaciones. Reconoció que él no puede abrir las cárceles en caso de sentencia condenatoria, con lo que descartó un acto de desobediencia en ese sentido. Por otro lado, prometió seguir adelante sin concesiones tras recibir las advertencias de la ANC y Òmnium, que le recordaron que la calle no puede avanzar por sí sola hacia la independencia. “La gente ha pedido al Govern que se mueva y siga adelante con la república”, aseguró Torra, para añadir en otro momento que solo debe lealtad al Parlament. El president tuvo que reaccionar a las declaraciones de la ANC, que le pidió que se prepare para otro “embate” al Estado. Torra garantizó que irá “hasta el final” hasta hacer efectivo el derecho de autodeterminación. Esta aclaración se la dedicó al vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, y a la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, tras sus intervenciones críticas con el Govern.

Por otro lado, Torra evitó condicionar el diálogo a la puesta en libertad de los presos, pero el presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià, avisó de que la negociación con el Gobierno español “no puede comenzar con presos políticos y con exiliados”. Según dijo, el soberanismo tiene “voluntad de diálogo” porque la solución debe ser política, pero aclaró que las conversaciones no pueden comenzar en esta situación de ausencia de normalidad. El vicepresident del Govern, el también republicano Pere Aragonès, no fue tan contundente, pero coincidió en pedir la libertad de los presos para fomentar una negociación con “libertad”.

Desde el PDeCAT, su presidente David Bonvehí apostó por el diálogo en cualquier circunstancia. “Siempre debe haber diálogo y negociación política”, defendió. Desde JxCat, la candidatura del president cesado Carles Puigdemont, también aclararon que el diálogo siempre estará presente. “La negociación política debe estar siempre presente. El diálogo es algo para lo que tanto el president Puigdemont como el president Torra siempre han tendido la mano. Somos gente de paz, de diálogo”, concluyó Albert Batet.

plante de cs y pp En la celebración de la Diada, va camino de convertirse en una tradición el plante de Ciudadanos y del PP, que no acudieron a la ofrenda floral ante el monumento de Casanova al considerar que los soberanistas están monopolizando la jornada festiva. Desde el PSC, Miquel Iceta apostó por el diálogo, pero limitó nuevamente la oferta de los socialistas a una apuesta por “avanzar en el autogobierno y la financiación a través de amplias mayorías”, sin contemplar el derecho a decidir. También realizó un “llamamiento al respeto de todas las ideas y la recuperación de un espíritu unitario de una Diada que es de todos, pero sobre todo la tenemos que hacer de todos”.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no quiso estar presente en la manifestación de la tarde a favor de la libertad de los presos. Sin embargo, sí participaron en la protesta otros rostros destacados de los comunes. El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, fue una de las presencias más comentadas.