Bruselas - El Parlamento Europeo aprobó ayer martes por 544 votos a favor, 28 en contra y 74 abstenciones cortar los fondos de pre-adhesión a Turquía. Es la respuesta a la deriva autoritaria que continúa el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. La canciller alemana Angela Merkel es la impulsora de esta propuesta. La entrada de Turquía al club comunitario se encuentra en muerte clínica, pero la Unión mide sus palabras por los intereses compartidos con el país del Bósforo, especialmente en materia migratoria. Hace un año, el Parlamento y el Consejo acordaron establecer un fondo de 70 millones de euros en la partida de pre-adhesión para Turquía. ¿La condición? Que Ankara mejorase en el campo del Estado de Derecho, los derechos humanos y las libertades fundamentales de los turcos.

Pero el Parlamento Europeo, basándose en el informe que la Comisión publicó en abril sobre la situación del país del Bósforo, determina que la Turquía que rige Recep Tayyip Erdogan con mano de hierro no ha cumplido su parte del pacto. El informe de la Eurocámara que lideraba el eurodiputado popular Siegfried Muresan obtuvo el respaldo de 544 votos a favor, 28 en contra y 74 abstenciones del hemiciclo.

El Ejecutivo comunitario ya dio su beneplácito a esta propuesta que nació en la cumbre de líderes europeos de octubre del año pasado de la mano de la canciller Angela Merkel. Estos fondos de pre-adhesión se redirigirán así a apoyar a Turquía en materia migratoria, especialmente a los tres millones de refugiados sirios que el país acoge bajo el paraguas del acuerdo que firmó con el bloque comunitario en 2016.

Turquía solicitó su entrada a la Unión Europea en 1987 y comenzó las conversaciones oficiales de adhesión en 2005. Trece años después, el proceso está en muerte clínica. Y así lo reflejó el último informe anual de la Comisión Europea sobre la situación del país, que fue el más duro de la última década. En el discurso sobre el estado de la Unión de 2017, Jean-Claude Juncker, capitán del Ejecutivo comunitario, reiteró que “Turquía se aleja a pasos agigantados de la UE”. En el de 2018 ni tan siquiera lo mencionó, evidenciando que la prioridad para ampliar la familia comunitaria reside hoy en los Balcanes Occidentales.

El camino de Turquía hacia el bloque comunitario nunca ha sido fácil. Es un país demasiado grande, lejano y diferente con problemas territoriales con Chipre y Grecia. Alemania y Francia nunca han estado convencidos del proceso de adhesión, pero el clima de amenazas y confrontación de los últimos años ha hecho que la simpatía que la adhesión despierta en las sociedades turcas y europeas se desplome.

socio clave Sin embargo, para la Unión Europea es un socio clave, especialmente como una fuerza de contención en una región cada vez más volátil. El bloque comunitario es su principal aliado comercial y Bruselas necesita a Ankara en la lucha contra el terrorismo, en la gestión migratoria y en Siria, conflicto en el que Erdogan tiene poder en la toma de decisiones con Irán y Rusia, a pesar de su intervención en el enclave kurdo de Afrín. La Eurocámara ya condenó en febrero esta invasión.

En este contexto, la Unión Europea ha medido sus palabras a la hora de condenar las violaciones de derechos humanos del presidente turco, que ha encarcelado a cientos de miles de académicos, periodistas y fuerzas de seguridad en la purga que siguió al intento de golpe de Estado del verano de 2016.