El pleno de ayer remató una semana que no ha sido fácil en el Paseo de Sarasate. Con el cambio decidido a votar la ley y UPN y PP de perfil viendo cómo los socialistas se han cocido solos en su propia salsa, el PSN se ha quedado en una tierra de nadie defendiendo no se sabe muy bien qué, y con su líder tocada tras lo que muchos creen que ha sido una mala jugada.

Es curioso que tras una semana en la que Chivite ha acaparado el tema en canutazos y periódicos, ayer fuese Ainhoa Unzu la que dio la cara en el Parlamento mientras Chivite lo observaba todo desde su escaño. El PSN empezó votando en contra de la tramitación en urgencia de la ley, salió a hablar en el turno a favor y terminó absteniéndose en la votación. Su discurso no fue más claro. Si acaso, reculó un poco más asegurando que están a favor de las inversiones, como el Ministerio, pero que para eso el Gobierno tiene que “hacer su trabajo”. Nadie sabe muy bien qué pretende el PSN cuando dice eso -el consejero Aranburu ya dice que si se refieren a rehacer el plan económico, se equivocan- pero siguen repitiéndolo. Eso, y que todo dependerá de Navarra, fórmula para exculpar al PSOE de cualquier responsabilidad en caso de que todo quede en nada. Mientras tanto, Esparza y Beltrán, encantados. Con las elecciones cada vez más cerca, han dejado que un competidor se chamusque en una misión inverosímil. Basta con atender a sus discursos: Esparza repartió al cambio y al PSN y volvió a vender su pacto con Rajoy. Y Beltrán arrimó el ascua a su sardina para decir que con el PP se estaba mejor, que al menos cogían el teléfono.