pamplona - Sergio Ríos Esgueva, el que fuera chófer de Luis Bárcenas, confesó ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón su participación en la operación montada en 2013, durante el mandato de Mariano Rajoy, por el Ministerio del Interior para robar al extesorero del PP documentación comprometedora de la formación. Durante más de tres horas, el hoy policía contestó a todas las preguntas formuladas por su defensa, por el juez y por los fiscales anticorrupción. Al término, la Fiscalía solicitó que se le imponga la medida cautelar de comparecencia cada 15 días en la Audiencia Nacional.

La confesión de Ríos Esgueva resulta clave en una semana en la que van a tener lugar varias declaraciones en el marco de la pieza que investiga la operación Kitchen, el pago de fondos reservados al entonces chófer de la familia Bárcenas para que obtuviera documentación que pudiera ser comprometedora para el PP. Esta pieza tiene su origen en la aparición de conversaciones grabadas por el comisario José Manuel Villarejo entre el ingente archivo que se le intervino en noviembre de 2017, así como justificantes de pagos y recibís con la firma del chófer, que estuvo cobrando 2.000 euros mensuales de dinero público durante dos años.

Además, el juez García Castellón, que ha abierto una pieza secreta -la novena- para investigar la “operación Trampa”, envió ayer a la Policía a las instalaciones de la publicación digital Moncloa.com y de Elconfidencial.com para que este medio entregue todo el material relacionado con la contratación por parte del BBVA a Grupo Cenyt, propiedad de Villarejo, en relación con la operación que quiso realizar la constructora Sacyr para tomar el control del banco.

La Fiscalía, mientras, permanece a la espera del informe policial sobre las escuchas encargadas por el banco. Como ha reconocido la entidad, el BBVA contrató los servicios de Cenyt, entramado societario propiedad de Villarejo, entre otros motivos, para evitar el asalto de Sacyr en 2004.

Con este encargo, el banco habría accedido a más de 15.000 conversaciones telefónicas de altos cargos del entonces Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, además de políticos, empresarios, periodistas y directivos de la entidad, así como al número dos de la CNMV, Carlos Arenillas, por miedo a que impulsara una denuncia contra el entonces presidente del BBVA, Francisco González. El agente encubierto siguió y tomó fotografías al menos a dos vehículos oficiales del organismo bursátil y también vigiló la vivienda de Arenillas en Madrid. El ahora presidente de honor del banco, es una de las personas a las que más compromete la información al haber estado presumiblemente al tanto de los trabajos. En uno de los audios, Villarejo reconoce a su socio Enrique García Castaño que está a sueldo del BBVA. “Todos los meses me da un recibito”, se escucha decir al excomisario. Y se muestra muy interesado en los medios para espiar, a los que puede acceder a través de García Castaño, entonces máximo responsable de la Policía de ese material. “Estás obsesionado con eso, cabrón”, le reprocha García Castaño. Villarejo contesta: “Como no tenemos pelas para librar el gordo del millón de euros...”.

García Castaño le ofrece un aparato, pero a Villarejo le interesa más otro para pinchar todos los teléfonos en 300 metros a la redonda. “Lo tengo en la oficina. Es cojonudo. También lo puedo mangar”, dice. “Vamos una noche y arramplamos”, replica su socio. - D.N.