Pamplona - En Navidades fue Pablo Casado. Ayer Albert Rivera y, el próximo jueves, Santiago Abascal. Los líderes de las tres fuerzas de derechas del panorama político español han puesto sus ojos en Navarra, una comunidad poblacionalmente pequeña y donde apenas tienen implantación, pero que les sirve para reforzar el discurso patriótico que prácticamente monopoliza el debate los últimos meses. “Sánchez debe escoger entre los nacionalistas o los constitucionalistas”, proclamó ayer Rivera en Pamplona ya en clave electoral.

No es un hecho nuevo. Buena parte de la campaña de Pablo Casado en las primarias del PP pasó por ofrecer una imagen distorsionada de Navarra en la que el líder popular hacía frente a una sociedad radicalizada. Con ese mensaje acudió al cuartel de la Guardia Civil en Alsasua, y repitió después con su polémica visita en Sanfermines. Una foto buscada que Casado transformaría en los platós de televisión en un hecho violento que incluso llegó a comparar con el gueto de Varsovia. No era verdad, pero le fue rentable.

La escena fue replicada por Ciudadanos, que aprovechó el inicio de la campaña electoral en Andalucía para organizar un mitin en el corazón de Alsasua que captó toda la atención mediática de la prensa española. Acto al que se sumaron también el líder de Vox, Santiago Abascal, y miembros del PP en una suerte de competencia sobre quién más osado en la defensa de la unidad territorial española. Incluso Javier Ortega Smith, flamante mano derecha de Abascal, se dejó ver en las primeras filas durante la última manifestación contra el euskera.

No se trata tanto de reforzar al partido en el territorio, sino de exhibir de una posición de firmeza patriótica que puedan rentabilizar en el resto del Estado. Actuaciones sobreactuadas y ajenas a los problemas reales de los ciudadanos en una comunidad que vive sin problemas su diversidad ideológica e identitaria, alejada de las tensiones y el enfrentamiento que PP, Ciudadanos y Vox intentan relatar en el resto de España de forma artificial. Tres partidos cada vez más radicalizados en sus posiciones, y que trasladan a Navarra su campo de batalla electoral con la mirada puesta ya en las elecciones europeas, municipales y autonómicas que se celebrarán el próximo 26 de mayo.

la perspectiva electoral PP, Ciudadanos y Vox apenas tienen implantación en Navarra. Están formados por retales que se quedaron sin espacio o directamente no pudieron hacer carrera política en UPN. Es difícil encontrar en PP, Ciudadanos y Vox alguien sin pasado político, e incluso sin responsabilidad institucional previa bajo la marca regionalista. Exconsejeros que vieron agotada su carrera política como Amelia Salanueva (PP) o Carlos Pérez Nievas (Cs) copan hoy puestos de responsabilidad en las nuevas derechas, mientras que Vox empieza a formar su estructura con exmilitantes de UPN y PP que ven opciones en el nuevo partido.

Tres fuerzas que aspiran ahora a hacerse un hueco en el panorama político navarro gracias a una ola que empieza a arrastrar el espectro ideológico hacia la derecha. La irrupción de Vox en Andalucía y la presencia mediática que le han otorgado las encuestas parecen haber activado al votante desencantado de una derecha radical que empieza a exhibir sus fobias sin complejos. De la xenofobia al antifeminismo, y una importante dosis de euskarafobia en el caso de Navarra, sirven así de señuelo electoral.

No está claro sin embargo su éxito en la Comunidad Foral, donde UPN cuenta con una implantación territorial con la que resulta difícil competir, y que históricamente además se ha beneficiado de la tradicional apelación al voto útil. Es seguramente la gran incógnita de las próximas elecciones en Navarra. Hasta qué punto el discurso extremista de las nuevas derechas tiene presencia en el Parlamento, y si la irrupción de la ultraderecha es lo suficientemente fuerte como para condicionar las políticas en la próxima legislatura.

Porque la realidad dice que ahora PP, Ciudadanos y Vox apenas suman dos parlamentarios de 50, y carecen de representación municipal relevante. No tienen concejales en Pamplona, y en los ayuntamientos donde cuentan con representación, esta es meramente simbólica. Los tres partidos bordean además el 3% mínimo necesario para entrar en el Parlamento, y muy posible que alguno de ellos acabe fuera del arco parlamentario, como ya le ocurrió a Ciudadanos en 2015.

Navarra objeto político Pese al auge que le muestran las encuestas en el conjunto del Estado, en Navarra el tripartito que gobierna en Andalucía sigue a la sombra de UPN, la única fuerza regionalista en España que mantiene la hegemonía conservadora en su territorio, prueba de una identidad territorial asentada incluso en el espectro más españolista.

No parece por lo tanto que el lenguaje exacerbado del que han hecho gala en sus últimas visitas a Pamplona tanto Casado como Rivera vaya a seducir en exceso a la sociedad Navarra. Porque además, la exageración del discurso ha caído más en el absurdo que en la crítica eficaz. También en el caso de Vox, el más radical de todos ellos. Y aunque la extrema derecha ya ha dejado caer alguna crítica a los regionalistas por su connivencia con euskara, culpándole incluso de la expansión electoral del nacionalismo vasco por permitir las ikastolas, de momento no hay una confrontación abierta entre las derechas en Navarra.

Una competencia directa que sí se da en España, donde los tres partidos son rivales y aliados al mismo tiempo en un espacio electoral que no se ha terminado de redefinir, y donde todavía puede haber vuelcos importantes que explican el marcaje férreo en las posiciones políticas y en las actitudes que mantienen las tres fuerzas.

En esa línea encaja el mensaje de ayer de Rivera, dirigido a una audiencia ajena a Navarra y a su realidad, pero con Navarra como objeto de confrontación, en especial contra Pedro Sánchez. Un contexto en el que se enmarcará también la visita del líder de Vox el próximo jueves en su campaña de reconquista, y que anticipa también visitas similares con discursos equiparables en los próximos meses.

Navarra se convierte así en un campo de juego de especial interés en la dinámica patriótica en la que se ha envuelto la política española los últimos meses. De las comunidades que renuevan su Gobierno en mayo, junto con Canarias es la única que no esta presidida por PP ni PSOE. Y aunque en Valencia y Baleares la presencia de fuerzas de izquierdas y autonomistas como Compromís o MES también dan pie al debate identitario, Navarra ofrece un escaparate mucho más atractivo para una confrontación patriótica que se ha convertido en el argumento central de las derechas. Que tratarán de aprovechar al máximo de cara a una contienda electoral que, más allá de los ayuntamientos, gobiernos autonómicos y Europarlamento, también va a definir el marco en el que quedan las tres derechas, y sobre todo, cuál de las tres marca el paso en el objetivo final que las une, que no es otro que recuperar el Gobierno de España.