pamplona - Los planes no siempre salen como uno los imagina. Sodena, la sociedad de capital riesgo del Gobierno de Navarra, ha participado en los últimos años en decenas de empresas, en escenarios por lo general bastante inciertos y con resultados muy dispares. A veces ha salido bien. Y otras, como en el caso de Davalor Salud, no. Es sencillo. Da igual que la idea fuese disruptiva, contase con informes técnicos y jurídicos favorables y encajase como un guante en la estrategia de especialización inteligente del Gobierno de Navarra, la conocida como S3: tecnología de Navarra; de alto valor añadido en un ámbito estratégico como el de la salud; y generadora de empleo de calidad. Una empresa que el Gobierno, a través de Sodena, apoyó con alrededor de tres millones (el proyecto ya había recaudado casi 20 por vías privadas), y que no ha podido “llegar a buen puerto”, como lamentó Barkos.

upn y psn, en la nimiedad La presidenta fue llamada a la comisión parlamentaria para analizar la situación de Davalor, “un buen proyecto que en estos momentos está en la situación en la que está”, pero que no por apoyarlo tiene que entenderse que es un error. Al contrario, Barkos defendió que si algo tiene que hacer Sodena es apoyar “opciones estratégicas” como esta, apuestas “lógicas y acreditadas” contra las que “nunca ha ido el criterio de los técnicos”, que se hicieron públicas y que no están exentas de poder convertirse en “fallidas”, como asumió que ha ocurrido en Davalor. “Yo creo que el disgusto lo tenemos que tener todos, porque un proyecto tecnológicamente interesante no ha llegado a buen puerto. Esa es la pérdida para Navarra”, lamentó. Más allá de eso, Barkos no quiso entrar al trapo de la oposición. UPN, PSN y PP plantearon ayer una comisión que han reducido a una batalla dialéctica, en la que únicamente buscan pillar a la presidenta en un renuncio verbal. Es todo lo que les queda a unos Juan Luis Sánchez de Muniáin (UPN) y Guzmán Garmendia (PSN) que no pudieron ocultar cómo su única estrategia es intentar enredar al Gobierno en un supuesto caso de mala praxis por haber ayudado a impulsar una empresa navarra. Sánchez de Muniáin terminó con un monólogo soporífero en el que se reafirmaba una y otra vez en su tesis inicial de que ha sido un proyecto irregular, algo que no toleró Barkos. “Si usted quiere deslizar de que aquí se ha cometido alguna ilegalidad, yo lo desmiento rotundamente, hasta donde yo sé y conozco. No puedo tolerar que se formulen preguntas no acreditadas”, contestó Barkos, que a partir de ahí dijo que no iba a entrar al “totum revolutum” en el que convirtieron el regionalista y Garmendia (quien se detuvo en nimiedades absolutas relativas a las veces en las que Barkos ha dicho la palabra Davalor en sus discursos, en si conocía personalmente al promotor o en si le llamaba por teléfono) el resto de la comisión.

coches, museos y miles de euros

UPN gastó en 2002 casi un millón en comprar una colección. A UPN le puso muy nervioso que Maiorga Ramirez (EH Bildu) recordase cómo el Gobierno de Sanz adquirió en 2002 una colección de coches clásicos por 991.000 euros a una empresa ribera, y luego ideó la posibilidad de montar un museo del automóvil para tratar de dar salida a la adquisición, puesta en duda por su idoneidad, visión estratégica y retorno económico. Muniáin se quejó de que no era el tema de la comparecencia, pero no pudo evitar que Ramirez y Rafa Eraso (Geroa Bai) formulasen preguntas por escrito para aclarar el episodio. Eraso solicitó copia detallada de la compra de vehículos a la empresa y Maiorga pidió que se remita al Parlamento el plan que se encargó a una consultoría para poner en marcha el museo.