pamplona - Los Presupuestos del Estado de 2019 cayeron ayer en el Congreso y con ellos, prácticamente, la legislatura. El guion se cumplió al milímetro y la oposición y los soberanistas catalanes, a los que se sumaron entre otros UPN y EH Bildu, tumbaron las cuentas públicas y empujaron al presidente Pedro Sánchez a un adelanto electoral que, por otro lado, ya estaba muy maduro y al que solo le quedaría el anuncio oficial de la convocatoria, que en principio llegará mañana viernes y para el que cobra fuerza como fecha el 28 de abril. Incluso el digital eldiario.es confirmaba anoche esa fecha citando fuentes de La Moncloa.

La votación de ayer deparó extrañas alianzas para tumbar de manera conjunta las enmiendas de totalidad presentadas por PP, Ciudadanos, ERC, PDeCAT, Coalición Canaria y Foro Asturias que, como se esperaba, salieron adelante. Recibieron 191 votos a favor, los de las derechas y los independentistas, 158 en contra y una abstención. Un torpedo a la línea de flotación del Gobierno Sánchez que suponía que el proyecto de ley es devuelto al Ejecutivo y, en las actuales circunstancias políticas, dar por finiquitada la legislatura.

En la votación, la devolución de los Presupuestos al Gobierno fue apoyada por PP, Ciudadanos, ERC, PDeCAT, CC, UPN, EH Bildu, Foro y una diputada de En Comú adscrita a Unidos Podemos, Marta Sibina, que protesta por el bloqueo de los barcos de ayuda humanitaria en el Mediterráneo. Juntos sumaron 191 votos, mientras que el PSOE, Podemos, PNV y Compromís reunieron 159 diputados en contra de derribar los Presupuestos. Pedro Quevedo (Nueva Canarias), se abstuvo.

desarmar a la derecha Tras este revés, el Gobierno anunciará mañana tras el Consejo de Ministros un adelanto electoral, probablemente para el día 28 de abril. Pese al varapalo, en La Moncloa no se vive este adelanto con abatimiento, sino que se cree que le beneficia. Los discursos de sus ministros permiten anticipar una campaña centrada en desarmar las críticas de la derecha y escenificar que el PSOE no cedió ante los independentistas catalanes, y pondrá como prueba la caída de las Cuentas del Estado. También sacará chispas a la fotografía conjunta de Ciudadanos con Vox en la fracasada manifestación de Madrid, con la expectativa de recuperar parte del voto fugado a las siglas de Rivera. Además, Sánchez interpreta que las previsiones no son tan malas, sobre todo tras el pinchazo de la manifestación de la derecha española en Madrid. En La Moncloa parece imponerse la idea de que necesita elecciones inmediatas, y no en otoño, para que no se diluya el impacto de estos hechos. Sin embargo, en otros ámbitos ven contraproducente ir a las urnas tras una derrota en el Parlamento y proponen convocar tras el 26-M.

El Congreso certificó ayer la caída de los Presupuestos por la negativa de los catalanes del PDeCAT y ERC a retirar su veto en una muestra clara de que el procés había irrumpido la legislatura hasta el punto de que ha terminado tumbándola.

la influencia del juicio al ‘procés’ La coincidencia del arranque del proceso judicial con el debate presupuestario ha resultado letal e incluso el juicio que se inició el martes seguirá alterando el calendario, ya que las últimas sesiones en el Supremo pueden caer en plena campaña.

Pero el desenlace de la votación no implicaba necesariamente el fin de la legislatura. Sánchez podría haber aguantado, al menos, hasta otoño, activando decretos con las medidas más importantes y negociando ley a ley; pero si la ruptura con los catalanes es firme, solo se exponía a acumular desgaste hasta otoño. El clima de tensión con la derecha y los grupos catalanes le anima a romper la baraja.

Ahora, Sánchez tiene varias fechas sobre la mesa, ninguna de ellas confirmada. El 28 de abril se perfila como la favorita. Otra opción, filtrada por La Moncloa hace unos días, era el 14 de abril, pero el día de las elecciones coincide con el domingo de ramos y la operación salida de Semana Santa. Solo el día de la votación se solapa potencialmente con la operación salida, pero ni esa jornada ni la campaña coinciden con días festivos oficiales. El 28 de abril, por su parte, implica celebrar buena parte de la campaña con los ciudadanos de vacaciones. De hecho, comenzaría en los días de puente. Los socialistas ponen en valor, no obstante, que las últimas jornadas coinciden con la operación retorno y con los votantes ya en casa.

Cualquiera de esas dos fechas implicaría un despliegue económico y organizativo importante tan solo un mes antes de otras elecciones: los comicios europeos, locales y autonómicos en varias comunidades el 26 de mayo. Además, la cita del 14 de abril implicaría disolver el Congreso y el Senado la semana próxima y, en el caso de optar por el día 28, habría que hacerlo a principios de marzo (el día 4). No habría actividad parlamentaria ordinaria ni demasiado margen para cumplir la promesa de Montero de seguir tramitando leyes y atendiendo compromisos. Además, la campaña estaría totalmente mediatizada por el juicio contra el procés, porque se ha filtrado ya que no va a parar por ese adelanto electoral. El superdomingo del 26 de mayo parece descartado por el rechazo de los barones socialistas, que prefieren una campaña propia sin la sombra de Sánchez ni los debates sobre Catalunya.

Los portavoces de Unidos Podemos trataron de presionar hasta el último momento desde la tribuna (y también en privado con la mediación de Pablo Iglesias), pero no lograron convencer al PDeCAT y ERC de que retirasen la enmienda a la totalidad.

confianza Desde el Ejecutivo se muestran confiados ya que si bien si se aprobaban los PGE Sánchez tenía margen para gobernar hasta 2020, si los independentistas no las apoyaban, como al final ocurrió, podía sostener ante el electorado que no tenían ningún “pacto oculto” con los catalanes, tal y como constantemente han denunciado PP y Ciudadanos con fines claramente electorales.

Con el escenario surgido ayer, el PSOE ya tiene el relato electoral: Sánchez señalará a Casado y Rivera votando lo mismo que los independentistas y, viceversa, y advertirá del riesgo es que en España se repita el acuerdo de Andalucía en el que PP y Ciudadanos gobiernan gracias a la extrema derecha de Vox. El PSOE está convencido de que todos esos elementos movilizarán a los suyos y que el situarse en la centralidad del espectro político le conducirá al éxito en las urnas. - D.N.