LA llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa en junio supuso un auténtico vuelvo político y un hito histórico: se trataba de la primera vez que un presidente alcanzaba el poder a través de una moción de censura. Sin embargo, su mandato ha sido corto, como ya se preveía debido a su clara minoría parlamentaria. La legislatura de Sánchez ha funcionado en modo tuit: breve pero vertiginosa, y con mensajes escuetos a través de redes y medios de comunicación. Una sucesión de acontecimientos ha condicionado la acción de un Gobierno que ha ido de más a menos, y ha terminado pinchando por su proyecto presupuestario y por Catalunya.

Sánchez no desaprovechó el impulso de la moción de censura y, nada más alcanzar la presidencia, puso en marcha una serie de decisiones simbólicas que le granjearon altos índices de aprobación. Ahí se enmarcaron la elaboración de un Gobierno con más mujeres que hombres y con ministros estrella, la acogida a los refugiados del Open Arms o el primer anuncio de la exhumación de los restos de Franco.

Pronto amainó el viento a favor para el presidente. A pocos días de su llegada al cargo, el flamante ministro de Cultura, Màxim Huerta, se vio obligado a dimitir tras revelarse que había sido condenado por fraude a Hacienda. La misma suerte corrió al final del verano la titular de Sanidad, Carmen Montón, que renunció por su máster irregular de la Rey Juan Carlos. No son los únicos ministros que han quedado en entredicho, también han estado en la cuerda floja Pedro Duque (Ciencia) y Dolores Delgado (Justicia).

Respecto a las relaciones diplomáticas, el jefe del Ejecutivo se ha caracterizado por su intensa agenda, hasta el punto de que algunos sucesos que han marcado la legislatura le han sorprendido de viaje en el extranjero. Sánchez se ha dejado ver con Donald Trump y Justin Trudeau, ha intervenido en la ONU y se ha prodigado por los países latinoamericanos. El uso del Falcon también le ha acarreado críticas, como cuando lo utilizó para acudir al festival FIB.

Otros de los hitos del Ejecutivo socialista ha sido la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), acordada con Podemos y que finalmente fue aprobada por decreto ley el pasado diciembre. Así, el sueldo mínimo experimentó su mayor incremento de la historia, pasando de los 735 a los 900 euros, un 22,3% más.

quebraderos de cabeza Uno de los hechos que han contribuido a la cuenta atrás de la legislatura ha sido la debacle socialista en los comicios andaluces del pasado diciembre. Contra todo pronóstico, el PSOE perdió la región tras 36 años y dejó paso a un Gobierno bicolor de PP y Ciudadanos respaldado externamente por Vox. La irrupción de la ultraderecha fue espectacular y supuso un duro golpe para el Ejecutivo español.

Otro de los dolores de cabeza de Sánchez ha sido Catalunya. El Gobierno apostó desde el primer momento por entablar un diálogo con la Generalitat para rebajar la tensión. Sin embargo, las conversaciones han sido infructuosas y todo se ha precipitado en el último mes con la ruptura de la negociación y la negativa de ERC y PDeCAT a retirar las enmiendas a las Cuentas. Otro gran condicionante ha sido el juicio del procés, que tras año y medio de vicisitudes por fin ha comenzado su andadura.

Pero el desencadenante del abrupto fin de la legislatura ha sido el proyecto presupuestario para 2019, la gran apuesta del Ejecutivo para garantizar su continuidad hasta el próximo año. El resultado ha sido el contrario. El abrumador rechazo a las Cuentas en el Congreso, donde los independentistas catalanes se han unido a la derecha, ha supuesto la convocatoria de elecciones para abril, una vez Sánchez ha constatado que ya no goza de la mayoría que le catapultó a la presidencia la pasada primavera.

agenda vasca En cuanto a Euskadi, la negociación de las transferencias pendientes ha marcado la relación del Gobierno vasco con el Ejecutivo español. Tras varios meses de conversaciones, el calendario para el traspaso ya está elaborado. Sin embargo, el final de la legislatura y la convocatoria de elecciones deja en el aire todo el proceso y está por ver cuáles se podrán cumplir antes de comenzar la campaña electoral.

Otra de las promesas del Gobierno socialista fue la de un cambio en política penitenciaria y un proceso de acercamiento de los reclusos de ETA. Lo anunciado se ha quedado a medias. En los últimos meses ha habido unos pocos traslados de presos, y en su mayoría no a prisiones de Euskadi, sino de los alrededores (Logroño, Zaragoza o Soria).

Finalmente, el PNV, junto a Unidos Podemos, ha ejercido de pilar parlamentario del PSOE en los últimos ocho meses y ha evidenciado su apoyo al Ejecutivo hasta el final, negándose a apoyar las enmiendas a la totalidad en los Presupuestos. De cualquier manera, el apoyo de jeltzales y morados a Sánchez ha sido insuficiente para prorrogar la legislatura.