Bruselas - “En la Unión Europea creemos que toda vida humana importa”, afirmó ayer la representante europea para la Política Exterior, Federica Mogherini, en la inauguración en el Parlamento Europeo del VII Congreso Mundial Contra la Pena de Muerte, que reunirá hasta mañana a 20 ministros y más de 200 representantes políticos de todo el mundo para pedir la abolición de la pena capital en los países donde aún es legal.

“Un Estado nunca debe disponer de la vida de un ser humano. La respuesta a un crimen no puede ser otro crimen”, agregó Mogherini.

La jefa de la diplomacia europea aseguró que “el progreso siempre es posible”, y que “el cambio positivo requiere un compromiso personal y colectivo”. “La historia de este congreso mundial es la mejor prueba de que el cambio está ocurriendo y es posible”, señaló. Desde el primer congreso, que se celebró en 2001 en Estrasburgo, “31 nuevos países han decidido abolir la pena capital”, destacó.

En la actualidad, 106 países de todo el mundo no contemplan la pena de muerte para ninguna situación, ocho la han abolido para los crímenes ordinarios, 28 son considerados “abolicionistas en la práctica” -la pena de muerte sigue en su legislación pero no han llevado a cabo ninguna ejecución en los últimos diez años- y 56 Estados aún la mantienen en sus códigos penales.

En ese sentido, Mogherini destacó que 2018 supuso un gran avance para la abolición de la pena de muerte, ya que Gambia declaró una moratoria sobre su aplicación, Burkina Faso y Benin la abolieron y la Autoridad Palestina se adhirió al protocolo de la ONU contra esta práctica. El año pasado, Washington también se convirtió en el vigésimo estado abolicionista de Estados Unidos y la resolución de las Naciones Unidas que pidió una moratoria universal de las ejecuciones fue votada por la mayoría más amplia de países de la historia.

apoyo de la iglesia En agosto del año pasado, la Iglesia católica declaró inadmisible la pena de muerte en todas las circunstancias, sin excepción. “La visión de la Iglesia sobre la pena de muerte ha madurado”, expresó el papa Francisco en un mensaje emitido durante la ceremonia. “La pena capital supone una grave vulneración del derecho a la vida que tiene toda persona. La dignidad de las personas no se pierde aun cuando hayan cometido el peor de los crímenes, a nadie se le puede quitar la vida”, destacó el máximo representante de la Iglesia. - Efe