pamplona - El regionalismo de UPN es historia. Al menos mientras Javier Esparza sea presidente, el partido que en 1979 nació supuestamente para defender el Fuero y el autogobierno estará despojado de su esencia fundacional para cumplir con mayor celo el tercer pilar de su ideario: la fidelidad al Estado. Se constató ayer, en el hotel Muga de Beloso de Pamplona, donde Esparza firmó junto con el presidente del PP, Pablo Casado, el “acuerdo marco de colaboración institucional y política estable”, la alianza que ambos partidos han suscrito para concurrir juntos -y bajo la marca de UPN- a las elecciones generales del 28 de abril, pero también a las forales y municipales del 26 de mayo.

Se trata de una maniobra desesperada (Esparza la tildó de controvertida el sábado) que prioriza no perder un voto en el nicho de una derecha atomizada y con competidores al alza (Ciudadanos y Vox) a costa de unir el destino de UPN a una sigla todavía lastrada por la corrupción y marcada por el centralismo y el control autonómico que abiertamente propone Casado, que ayer adelantó, ante un complaciente Esparza, que “no se dan las circunstancias” para que Navarra asuma Tráfico. Fue el vaticinio definitivo de cuál será el talante del candidato al que apoyará UPN para con el autogobierno, en caso de que Casado llegue a ser presidente de ese Estado de comunidades leales y desleales que ha trazado como umbral para cumplir o no con los estatutos de autonomía, y que ha aceptado de buen grado Esparza pasando por encima de reclamaciones históricas de su propio partido.

El de ayer fue, de largo, el discurso más centralista de Esparza. Tomó la palabra después de un minuto de silencio que pidió Casado en memoria de José Pedro Pérez-Llorca, redactor de la Constitución, para a continuación pintar un irreal escenario de crisis rupturista en Navarra. Comparó la Navarra de hoy “con la Cataluña hace diez años”, y alertó de que lo que hoy es “un riesgo” puede ser “un peligro inminente en el futuro”. Aunque la situación de Catalunya y la de Navarra no se parezcan ni un poco. Da igual. Eso ahora da votos en la derecha, como citar a Arzalluz para volver a alimentar el que vienen los vascos o meter en el discurso, como sea, a ETA, Maduro y hasta a los trotskistas, supuestos gobernantes de la Navarra alucinada que dibujó Esparza delante de Casado. “Navarra es la perla que les falta, por eso la quieren doblegar”, confabuló, poco antes de acuñar un nuevo término: el del autogobierno leal, que básicamente sostiene que transferencias sí, pero las que quiera Casado. “Queremos más autogobierno, pero desde la lealtad y no para romper España”, razonó Esparza, cuyo partido no dijo ni pío cuando hace dos semanas el PP en el Senado rechazó una enmienda que abogaba por completar las transferencias previstas en el Amejoramiento y que ayer volvió a guardar silencio cuando Casado anunciaba que, en caso de que el PP vuelva a gobernar (y si lo hace, lo hará con los votos de UPN) no habrá Tráfico para Navarra.

el psn, para remar En su turno, Casado cometió un error típico en los líderes estatales cuando pasan por Navarra: ir más allá de lo que van los portavoces regionales del partido. Al margen de las típicas referencias a la historia compartida entre Navarra y España o los vaticinios -que ya hizo hace cuatro años la propia Beltrán, sin éxito- de que bajo el cuatripartito Navarra dejará de ser Navarra, Casado volvió a enarbolar su proyecto recentralizador asegurando que, también aquí, pondrá en marcha su plan de lenguas para combatir los modelos de inmersión lingüística y replanteará el peso del euskera hasta en la rotulación interurbana. De la ley de abusos policiales dijo, quizá no muy puesto, que la norma recurrida -está suspendida desde julio- es inadmisible y una infamia, lo que equivale a negar los crímenes de Zabalza, Germán, Cano o Del Estal. También fue más allá a la hora de pedir el voto del PSN para su frente de derechas, confiado -más que en el Estado, precisó- de que los socialistas navarros terminarán dando sus votos a UPN, lo que resumió bajo la eufemística fórmula de “remar en la misma dirección”. “Estoy convencido de que no tendrán problema en votar a Esparza” para garantizar que Navarra siga siendo “foral, española y europea”.