Pamplona - A situaciones desesperadas, soluciones desesperadas. El presidente de UPN, Javier Esparza, plantea formar una plataforma electoral con el PP y los antiforalistas de Ciudadanos que vaya más allá de las elecciones generales e incluya una coalición electoral al Parlamento de Navarra y a los principales ayuntamientos. Una alianza que prevé cerrar en los próximos días, posiblemente a principios de semana, y en la que UPN sería la fuerza principal. Los regionalistas sin embargo renunciarán a su histórica marca en favor una nueva sigla que sirva para aglutinar a todas las derechas y frenar la fuga de votos a Vox.

Una operación arriesgada que Esparza asume en primera persona, y que va más allá de la alianza habitual que las derechas suelen presentar en las elecciones generales. UPN liga así su futuro no solo al PP, lastrado por la corrupción y con un discurso cada vez más radical, sino también a Ciudadanos, un partido que abiertamente ha planteado la supresión del régimen foral, y que todavía hoy lo cuestiona como una herramienta de solidaridad interregional.

La alianza va a permitir a UPN mitigar la fuga de votos en medio de la fragmentación política de la derecha y en un escenario político centrado en Madrid. Los regionalistas simplifican la oferta en el ámbito de la derecha, donde cuatro fuerzas políticas se iban a disputar el mismo espacio electoral con el riesgo añadido de que alguna, si no varias, quedaran por debajo del mínimo dejando sus votos sin representación. Al juntar tres de las cuatro opciones se facilita el voto útil en torno a una única marca que tiene como objetivo principal y casi único recuperar todo el poder institucional perdido en 2015.

Quedan sin embargo varias incógnitas por resolver en los próximos días. De entrada, la proporción en la que se confeccionan las listas teniendo en cuenta que Ciudadanos es en la actualidad una fuerza sin representación parlamentaria y el PP evidencia signos de desgaste. Y después, cómo se va a gestionar una coalición surgida de la urgencia electoral, pero que deberá convivir, al menos a priori, durante los próximos cuatro años, en los que los intereses de los tres partidos, tanto en Navarra como en Madrid, no siempre van a ir de la mano.

riesgos de Futuro Porque la nueva plataforma puede ser interesante a corto plazo, en la medida que maquilla el resultado electoral de UPN y el de Esparza en particular. Pero diluye la marca histórica del regionalismo foral, hegemónica durante muchos años, en un proyecto político de difícil gestión si no se logra el poder. Y vista la reacción del PSN ayer, con la cautela que ofrecen los precedentes, no será fácil que los socialistas vayan a facilitar el gobierno a un UPN tan escorado a la derecha. Pero sobre todo porque lo hace a costa de su propia identidad política. Tanto en el ámbito social (los mensajes del 8 de marzo de PP y Ciudadanos han sido un primer ejemplo) como en lo referente al régimen foral. Principios fundacionales difuminados ahora en una alianza con quienes hablan de recortar competencias autonómicas y recentralizar el Estado, y que en la práctica implica la renuncia a la defensa del autogobierno.

Riesgos que los regionalistas tratan de minimizar con cláusulas en el acuerdo, pero que no van a impedir que dirigentes de PP como de Ciudadanos sigan cuestionando el sistema autonómico e incluso la propia foralidad. Que a medio plazo puede acabar cambiando la percepción de qué partidos defienden Navarra y cuáles no en medio de un contexto político nacional tan impredecible como incontrolado. Y en el que UPN liga su futuro al de Rivera y Casado.