Bilbao - Carles Puigdemont ha lanzado un torpedo a la ya de por sí poco prometedora negociación de la alianza con el PNV para las elecciones europeas del 26 de mayo. A las dificultades objetivas que existen para hacer compatible la agenda vasca de los jeltzales con el planteamiento puramente catalán de JxCat centrado en la internacionalización del conflicto, el expresident sumó ayer unas controvertidas declaraciones sobre el lehendakari que no ayudan a generar un clima de confianza. En concreto, cuestionó la veracidad del testimonio que ofreció Urkullu ante el Tribunal Supremo sobre su mediación para evitar el choque entre Rajoy y su Govern. Lo acusó de ofrecer una versión sesgada en sede judicial. Como testigo, estaba obligado a decir la verdad.

Puigdemont no quiso llegar a decir que mintió de manera deliberada. Sin embargo, aseguró que “le faltó parte de la memoria o del relato” cuando narró que, durante los intentos de evitar el choque en octubre de 2017, el expresident dio marcha atrás sobre lo pactado y abrazó la vía unilateral porque se dejó llevar por la presión de los suyos. Según dijo Puigdemont en Rac-1, no fue así, sino que tomó esa decisión porque no se daban las condiciones acordadas para convocar elecciones, que consistían en tener garantías de que no se aplicaría el artículo 155, que los efectivos extraordinarios de las fuerzas de seguridad españolas emprendieran la retirada, y que se pusiera fin a la represión y el control financiero. El lehendakari reaccionó por la tarde a preguntas de la prensa, pero sin contribuir a una escalada que pueda colocarlo como culpable de la ruptura. Se reafirmó en que dijo “la verdad, y la verdad está documentada”, y que todos sus movimientos los realizó “de buena fe”, con lealtad, y con intención de preservar el autogobierno, evitar la fractura social y apostar por soluciones realistas. Su visión vuelve a poner en evidencia el choque con la estrategia unilateral del expresident.

Puigdemont, precisamente el cabeza de lista de JxCat a las elecciones europeas, sorprendió por realizar estas declaraciones en plena negociación de la alianza, y porque el testimonio del lehendakari fue aplaudido en distintos ámbitos y, para más señales, está documentado con los papeles que ha depositado en tres archivos y que serán públicos cuando acabe el juicio. Además, el lehendakari se prestó a mediar en 2017 a petición suya.

El fuego amigo de Puigdemont deja ver la distancia que siente un sector de JxCat con la figura del lehendakari, que se remonta al fracaso de esa mediación en 2017. No es el primer desencuentro público. Puigdemont ya arremetió contra el Gobierno vasco por el acuerdo del Cupo con Rajoy (aseguró que algunos “cobran por ser españoles”), y JxCat quiso ver un trato de preferencia hacia el republicano Junqueras cuando el lehendakari atendió su petición de reunión en la cárcel. Además, Urkullu se enteró por la prensa de su citación como testigo en el juicio. Esta situación expone al PNV a un nuevo desaire al lehendakari en el futuro, que sería difícil de gestionar si comparte lista con Puigdemont. En un sector importante de JxCat existe cierta fijación con Urkullu por sus críticas sin pelos en la lengua a la vía unilateral.

el acuerdo, cada vez más difícil El expresident ha maniobrado para ser el cabeza de lista e imponer sus intereses en el PDeCAT. La ya disuelta CiU fue junto a Coalición Canaria y Compromiso por Galicia la socia del PNV en la Coalición por Europa de 2014. Los jeltzales abordaron el nuevo escenario abierto por las maniobras de Puigdemont en la reunión semanal del lunes, evitaron romper la baraja y anunciaron una ronda de contactos para clarificar las intenciones del PDeCAT, pero no pinta demasiado bien. Justo un día después, Puigdemont daba otro aldabonazo y provocaba este conflicto con Urkullu. La separación parece cada día más evidente.

El portavoz del Ejecutivo vasco, Josu Erkoreka, defendió a Urkullu en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno recordando que es una persona con una “memoria envidiable” y que, para colmo, lo que hizo está “documentado en su integridad”. Urkullu ha depositado sus documentos en el Archivo Histórico de Euskadi, el Archivo de la Fundación Sabino Arana, y el Archivo Tarradellas del Monasterio de Poblet, en Tarragona. Fuentes del PNV se limitaron a hacer suyas las palabras de Erkoreka.

El PNV ha abierto una ronda de contactos con sus socios catalanes, canarios, gallegos y baleares, pero el clima es de escepticismo en lo que se refiere al PDeCAT. Teniendo en cuenta que Coalición Canaria ha vetado al nacionalismo catalán por el procés, el encaje tendría que ser a dos entre los jeltzales y las filas de Puigdemont, lo que complica aún más la posibilidad de que la agenda vasca tenga presencia con un programa más amplio sobre infraestructuras, arrantzales y neskatilas, y la estabilidad.

Los jeltzales están convencidos de que Izaskun Bilbao repetiría su escaño aunque no contaran con el aporte catalán. De hecho, tampoco está del todo claro que la suma con JxCat en estas circunstancias garantizara un representante al PNV. Puigdemont lidera la lista, pero no es seguro que pueda tomar posesión del acta. Ante ese riesgo, es probable que el segundo puesto en la lista se reserve para el PDeCAT. El PNV no entraría, como mínimo, hasta la tercera plaza. Con Coalición Canaria y Compromiso por Galicia, por el contrario, se da por hecho que Bilbao encabezaría la lista porque el PNV es el principal motor electoral. Sucedería lo mismo que en 1994, cuando Imaz lideró la Coalición Nacionalista con partidos minoritarios. Además, las europeas coinciden con las municipales y forales, donde la militancia jeltzale está muy movilizada. A todo ello hay que sumarle que, tras el Brexit, el Estado español subirá de 54 a 59 escaños.

No está claro qué gana Puigdemont con estas declaraciones, porque JxCat necesita los votos jeltzales para quedar por delante de Oriol Junqueras. ERC tiene una alianza con EH Bildu. El plazo para registrar coaliciones comienza el 2 de abril.