Pablo Casado lleva tiempo avisando. La dispersión del voto conservador entre el PP, Ciudadanos y Vox puede pasar factura a las aspiraciones electorales del centro derecha y favorecer al bloque de izquierdas y sobre todo al PSOE, primero en todas las encuestas. Una llamada en toda regla al voto útil. Y es que las provincias menos pobladas y con menos escaños, habituales feudos del PP y que daban un plus de diputados a los populares en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado, son ahora el objetivo electoral número uno de Casado, consciente de que se la juega en estos territorios.

Casi siempre se le echa la culpa al sistema d’Hondt, pero este método de reparto apenas tiene influencia en la disfunciones del modelo electoral español. En circunscripciones con menos de seis escaños en juego, que son la mayoría, las posibilidades de que millones de votos se queden sin representación y vayan a la papelera, es muy alta, especialmente si hay muchos partidos en liza, como ocurre ahora.

Tradicionalmente, Izquierda Unida -tercera fuerza en votos a nivel nacional durante décadas- siempre se ha quejado de que sus apoyos en las urnas no tenían después un reflejo en el hemiciclo del Congreso. Ese mismo lamento lo repitió años después UPyD. En el otro extremo, el sistema premia a los partidos nacionalistas, con pequeños porcentajes de voto en el conjunto de España, pero muy concentrados en pocas circunscripciones.

A ello se suma que el sistema electoral español sobrerrepresenta a la provincias pequeñas, en detrimento de los grandes núcleos de población, donde el escaño se paga muy caro. Un ejemplo gráfico. En Madrid, cada diputado cuesta unos 100.000 votos, mientras que en Ávila, Teruel o Soria, ese mismo escaño se obtiene con menos de 20.000 sufragios. A menor número de escaños por provincia, menor proporcionalidad en el reparto de esos parlamentarios.

La proporcionalidad casi perfecta la tienen las elecciones europeas, con circunscripción única para todo el Estado y que permiten obtener diputados con porcentajes muy bajos de votos. Por el contrario, la proporcionalidad más baja la ostentan las elecciones a los cabildos insulares y también al Senado, donde solo se reparten cuatro escaños por provincia peninsular. La mayoría absoluta del PP en el Senado se explica por este sistema mayoritario, en el que hasta las dos grandes fuerzas se repartían casi toda la representación en la Cámara Alta.

El líder del PP, Pablo Casado, lo ha dicho por activa y por pasiva. Ha advertido de que el voto a Vox o a Ciudadanos en las circunscripciones pequeñas “vale la mitad” que optar por una opción mayoritaria como el PP, ya que en provincias con menos de seis diputados entre el 40 y el 47% del voto a estos partidos no obtiene escaño.

Para Casado, Vox le puede arrebatar votos como para complicarle obtener un segundo o tercer escaño en estas provincias aunque no los suficientes como para que los de Santiago Abascal saquen un escaño propio. Al final, según Casado, ese escaño en disputa puede acabar en manos del bloque de la izquierda, pese a que en números porcentajes absolutos, pierda fuerza sobre el bloque de centro derecha.

Una amenaza que ha tenido su contrarréplica en Andalucía, donde el PP, con menos votos que nunca, se ha hecho con la Presidencia de la Junta gracias a la suma de todo el espectro ideológico a la izquierda del PSOE. Paradojas del sistema electoral. - D.N.

Varapalo a Ciudadanos. El decreto ley que amplía los permisos de paternidad de cinco a ocho semanas continúa su tramitación en el Congreso para que pueda ser convalidado una vez que los letrados de la Cámara han dictaminado, a instancias de Cs, que no existe objeción alguna para que esta norma obtenga el visto bueno de la Diputación Permanente.Lazos. La Junta Electoral de Zona de Barcelona ha dado 12 horas a la alcaldesa, Ada Colau, para retirar de la fachada del consistorio el lazo amarillo al considerar que “vulnera flagrantemente la neutralidad”.