psoe - Solo los últimos datos del paro pueden haber trastocado los planes del triunfalista Pedro Sánchez, a quien la pelea de la derecha le sirvió para enmendar su error estratégico a la hora de decidir su presencia en los debates y el uso que pretendió hacer de la televisión pública. La campaña le ha ido rodada, tanto que ni se ha hablado de sus decretazos y los polémicos viernes sociales. El temor a la ultraderecha y la apuesta por el voto útil apuntan a una victoria con suficiencia a la espera de cómo sumar números. Y ahí reside la gran incógnita: si volverá a reeditar su alianza con Podemos y el bloque de la moción de censura o, por contra, se plegará a intereses políticos, económicos y mediáticos para formar tándem con quien le impuso el cordón sanitario, Ciudadanos. “No entra en mis planes”, deslizó en el combate de Atresmedia aunque sin cerrar del todo la puerta a coaligar con Rivera. Sánchez ha recibido estopa hasta límites desorbitados, acusado de preferir “manos manchadas de sangre” -según Casado- por simplemente contactar con EH Bildu, y de haber pactado indultos con el independentismo cuando aún no hay ni sentencia. Arropado sobre todo por sus ministras para potenciar la imagen de una España “feminista”, hasta sus críticos en el partido han acabado cediendo a su figura, manejándose como nadie en la supervivencia. Su reelección permitiría desarrollar el calendario de transferencias fijado con el Gobierno vasco, pero cierto es que el PSOE siempre necesita de alguien a su izquierda para no caer en el jacobinismo.