Dedicarse a explicar lo que ha pasado en unas elecciones cuando todas las magnitudes están cuantificadas al detalle tras el recuento de votos es labor absurda. Mírese el que sube, el que baja, el que aparece y el que desaparece, y se sabrá lo que ha pasado. Cosa distinta es la significación que se le quiera dar a alguno de los casos. Lo que de aquí más me interesaba era saber hasta qué punto el formato Navarra Suma era capaz de generar un espacio político nuevo y más atractivo, y hasta qué punto llegaba la bien pronosticada decrepitud de Podemos.

Sobre lo primero, el escrutinio sirve para confirmar lo que ya se aventuró: la coalición apenas ha servido para que se suscitaran nuevas adhesiones. Ahora son 20, pero antes eran 15 de UPN, 2 del PP y el remanente de lo que ya sacó Cs, al que hace cuatro años faltaron apenas cien votos para entrar en el Parlamento. Si añadimos la mejora por juntar los restos de los tres, salen esas dos decenas a cambio del 36% de los sufragios, lejos de otras marcas conseguidas por UPN en solitario. Tras una legislatura en la que se ha puesto toda la chistorra en el asador -sí, me refiero a la manifestación que decía defender la bandera-, habrá que aceptar que la nueva plataforma no ha constituido atracción como tal, aunque sí ha mejorado la eficiencia en la representación de sus partícipes. Pase lo que pase en los próximos meses con la formación del nuevo Gobierno, se equivocarán de nuevo algunos si permanecieran pasivos ante la necesidad de la derecha foralista de recomponer sus actuales cimientos, el de las ideas primero y el de cómo entender la diversidad social de la Comunidad también. De paso, sacudirse las tutelas que menudean algunos decrépitos fantoches económicos y mediáticos. Navarra Suma, de momento, es una nave nodriza que ha cumplido con la función de proporcionar sustento a sus mancomunados. Si evoluciona hacia la refundación de un espacio político o se queda en un logotipo, lo veremos.

Lo de Podemos se pronosticaba como la gran debilidad de la mayoría para el cambio. Las campañas electorales no transforman las percepciones que el elector obtiene al cabo de los años, pero sí sirven para acelerar los procesos de selección. En el caso de los podemitas el recuento casi les lleva a ser extraparlamentarios, así como ha salido del Ayuntamiento de Pamplona su marca local. Justa consecuencia de haberse comportado como los niñatos que son, unos farsantes que se presentaban como si con ellos naciera la política verdadera y la defensa de la gente. Lo que no acabo de entender por qué a lo largo de la legislatura sus socios no han hecho siquiera ademán de amonestación, cómo no han puesto en su sitio a la infame presidenta del Parlamento, o cómo Asiron no expulsó de la comitiva al bufonesco edil que un día apareció ataviado con una camiseta en el cortejo municipal. Escuchar al spiderman decir que han “calculado mal sus fuerzas” es la patética constatación de cómo la necedad se suele asociar con la soberbia.

Entendemos la democracia como la capacidad para elegir votando, pero hay un elemento esencial al que no se le otorga la adecuada significación. Democracia también es que se erige un lugar, llamado parlamento, en el que se sienta a los representantes para que hablen entre ellos. Por eso tiene forma de hemiciclo. Salimos del recuento y empieza esa fase desesperante en la que unos y otros nos quieren hacer ver la realidad a través de un prisma de tergiversación. De nuevo tenemos a UPN propalando que el PSN quiere entregar Navarra a los nacionalistas, cuando aquí se ha tenido un gobierno presidido por alguien que se dijo “abertzale en una comunidad que no lo es”, y eso ha constituído un saludable ejercicio de alternancia. De otra parte, el PSN vuelve al trampantojo de proclamar que quiere un gobierno “progresista”, cuando sabe que antes que el adjetivo habrá de enunciar el sustantivo, en este caso cuadrar unos números en los que de una manera u otra ha de contar con EH Bildu, tan legítimo representante como cualquier otro, guste o no su partitura o sus músicos. Los vetos -me da igual el del PSN a EH Bildu que el de Cs a Vox- son pueriles, expresiones de falta de valentía, postureo y escasa sinceridad. Hágase lo que se crea se debe hacer, explíquese, y termine la época de la manipulación fatua.

Tras una legislatura en la que se ha puesto toda la chistorra en el asador, habrá que aceptar que Navarra Suma no ha constituido atracción como tal

Un gobierno presidido por alguien que se dijo “abertzale en una comunidad que no lo es”, ha constituido un saludable ejercicio de alternancia