pamplona - El Gobierno de Navarra ha celebrado este jueves su primera sesión, sin carácter ejecutivo, para organizar las líneas principales de trabajo para su inicio de andadura. A la misma han asistido la presidenta, María Chivite, y los trece consejeros que este miércoles tomaron posesión de su cargo.

El principal acuerdo al que han llegado los nuevos miembros del Gobierno de Navarra ha sido mantener, respecto de la legislatura anterior, el miércoles como día habitual para celebrar las sesiones ordinarias del Ejecutivo y señalar el próximo 14 de agosto como la siguiente fecha para reunirse.

Además, por indicación de la presidenta Chivite, los consejeros deberán proponer para ese día los decretos forales de estructura básica de sus respectivos departamentos, que concreta las direcciones generales, organismos autónomos y entes asimilados en los que se organiza cada departamento, lo que posibilitará los nombramientos de altos cargos para esas responsabilidades.

Durante la sesión también se han señalado las secretarías generales técnicas que asistirán provisionalmente a los cuatro departamentos de nuevo cuño (Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Estratégicos; Cohesión Territorial; Políticas Migratorias y Justicia; y Universidad, Innovación y Transformación Digital) hasta que, una vez aprobadas las estructuras básicas de dichos departamentos, puedan contactar con secretaría general propia.

Los miembros del Gobierno de Navarra también han dado a conocer la ubicación de sus despachos, dentro de los edificios que el Ejecutivo ocupa en Pamplona y su comarca.

Así, en el Palacio de Navarra, además de la presidenta, tendrán su lugar de trabajo los dos vicepresidentes, Javier Remírez y José Mª Aierdi, además del consejero de Políticas Migratorias y Justicia, Eduardo Santos, aunque este último, hasta que las obras que se están llevando a cabo en Palacio permitan habilitar nuevos espacios, iniciará la legislatura en la sede de la Dirección General de Justicia, en la calle Monasterio de Irache, junto al Palacio de Justicia. Asimismo, continuará en su ubicación actual de Palacio la consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo.

Los otros dos consejeros titulares de departamentos de nuevo cuño, Bernardo Ciriza (Cohesión Territorial) y Juan Cruz Cigudosa (Universidad, Innovación y Transformación Digital) han elegido como sede principal de sus departamentos, respectivamente, el edificio actual de la Dirección General de Administración Local, en la calle Arrieta; y el edificio Tracasa de Sarriguren (Egüés), sede actual de la Dirección General de Informática, Telecomunicaciones e Innovación Pública.

Por su parte, la consejera de Derechos Sociales ocupará un despacho en la sede departamental de la calle González Tablas, en la capital navarra.

El resto de consejeros y consejeras ocuparán los despachos de los anteriores titulares de esas carteras: Elma Saiz (edificio de Hacienda, en la calle Cortes de Navarra), Manu Ayerdi (Desarrollo Económico y Empresarial, en los Edificios Inteligentes), Carlos Gimeno (Educación, en Cuesta de Santo Domingo), Santos Induráin (Departamento de Salud, c/ Tudela), Itziar Gómez (Desarrollo Rural y Medio Ambiente, en c/ González Tablas) y Rebeca Esnaola (Cultura y Deporte, en el edificio INAP en calle Navarrería).

“Suerte, trabajo y convicción”. Fueron los tres últimos deseos con los que María Chivite dio el pistoletazo de salida al Gobierno de Navarra que ya preside junto con sus trece consejeros -su “querido equipo”, que tomó posesión ayer-, y con el que aspira a construir una Navarra “foral, innovadora, igualitaria, plural y de convivencia”. Que “atienda la urgencia, pero que también planifique con mirada larga” y que utilice “la gran herramienta” que es “el programa de legislatura” firmado con Geroa Bai, Podemos e I-E para “enriquecer las políticas públicas”. Lo tiene claro y se lo comunicó a sus consejeros: este Gobierno no lo tendrá fácil. Exigirá trabajo, tiempo, paciencia. Pasaremos, dijo Chivite, momentos duros. “Pero si al final conseguimos mejorar la vida de la gente, habrá merecido la pena”.

Fue la arenga que Chivite dedicó a sus consejeros y consejeras en el acto institucional de toma de posesión del nuevo Gobierno, que ahora sí que sí echa a andar definitivamente: ya hay presidenta y consejeros. Falta la segunda línea de la Administración -directores generales, conformación de las áreas...-, pero el Gabinete de Chivite ya dispone de todas las herramientas para empezar a trabajar. Quizá por eso Chivite aprovechó ayer para condensar, en un discurso de apenas cinco minutos, el espíritu de la nueva Administración.

El acto en sí no se salió de lo normal: los trece consejeros, uno a uno y comenzando por los vicepresidentes, Javier Remírez y José María Aierdi, fueron prometiendo su cargo. Elma Saiz, consejera de Economía y Hacienda, fue la única que utilizó la fórmula de juramento. Y junto con Santos Induráin, también la única consejera socialista que asumió su cargo también en euskera, algo que sí hicieron los miembros de Geroa Bai y Podemos. Luego hubo tiempo para la foto presidencial -trasladada al patio de Diputación al estar en obras la escalinata del Palacio- y los encuentros con familiares. Por eso lo que más destacó fue el breve discurso en el que Chivite ya explicitó qué fuerzas moverán su Ejecutivo. Apenas se extendió cinco minutos, pero fue suficiente para engarzar un buen discurso directo, honesto y con un punto humano poco habitual en altos cargos: el reconocimiento explícito de que cometerán errores, que son inexpertos, que necesitarán que los que ya han tenido experiencia de Gobierno se pongan al frente mientras los demás les van alcanzado. Y que nada sería posible sin la familia, a la que robarán tiempo y a la que le tocará sufrir “nuestras ausencias y tensiones. Nuestra familia y amigos son parte importante, porque no concibo la política sin ese lado humano”, admitió Chivite, poco antes de extender los agradecimientos sobre los trabajadores públicos que ponen en marcha “el enorme engranaje” de la Administración foral.

Y a ellos, al Gobierno, corresponde tomar las decisiones que pondrán en marcha el mecanismo. Será un Gobierno, dijo Chivite, para una Navarra “foral, innovadora, igualitaria, en convivencia dentro de la pluralidad que es parte de nuestra esencia”, y que se encargará tanto de “atender la urgencia como de planificar el futuro”. Fue la primera idea del discurso de la presidenta, que demostró saber que 2019 no es 2015: hace cuatro años, el Gobierno de Barkos era consciente de que las urgencias fruto de la herencia de UPN eran más acuciantes que los planes de futuro.

pluralidad y reconocimiento Pero hoy, con la Administración en orden y una economía que todavía responde, el Gobierno se fija “planificar el futuro con mirada larga, para el mañana y las próximas décadas”. Lo hará con una fórmula de coalición que, además, es también un síntoma de los tiempos: de que Navarra es una tierra plural que convive y que debe acordar entre diferentes para avanzar. “Somos parte de un Gobierno de coalición entre diferentes que enriquece la política pública, pero sobre todo que se parece bastante a la sociedad a la que representamos, para la que trabajamos y a la que nos debemos. Es una sociedad plural que nos pide respeto y que le escuchemos”, consideró Chivite. El presidente Alli comentaba el martes que el poder siempre centra, y puede que reflexiones como la de Chivite ayer permitan constatarlo: desde luego, este no es el PSN que en la legislatura anterior compartió oposición con UPN. Mientras Chivite pedía concordia y respeto y celebraba que su Gobierno pueda representar mejor a la Navarra real, UPN volvía a hablar de traspasar líneas rojas, de traiciones, de conflictos irreconciliables. Hay un abismo cada vez mayor entre la derecha y el resto. Y otra de las ideas que dejó Chivite está estrechamente ligada al Gobierno anterior. “Algunos ya tenéis experiencia en el Gobierno y vais a ser de especial ayuda para ponernos al día cuantos antes”, dijo, mirando a Manu Ayerdi, a Ana Ollo, a José María Aierdi, reconociendo implícitamente una trayectoria previa. “Y para los que no tenéis experiencia, os digo lo obvio: que estamos para aprender cada día, para ayudarnos, y que tenemos una gran herramienta que es el programa de legislatura”. No es una apelación cualquiera: cuando parte del debate gira en torno a la minoría del Gobierno -23 escaños, a tres de la mayoría absoluta-, Chivite se reafirma una y otra vez en un acuerdo programático que sus socios ya le han dicho que es incompatible con la derecha, por lo que la búsqueda de apoyos se va a centrar en EH Bildu, fuerza de izquierdas con la que se pueden aprobar muchas cosas en materia social. “Os pido que tengáis el programa siempre delante, para tomar decisiones y coger impulso cuando vengan las adversidades. Leedlo y pensad en todo lo que podemos llegar a hacer”, dijo, esperanzada. Y concluyó con la sencillez que demostró de parlamentaria. “Vamos a pasar muchas horas juntos: os pido paciencia. Habrá momentos duros porque así es la gestión, pero también compartiremos satisfacciones. Si al final mejoramos la vida de la gente, habrá merecido la pena”.

El euskera, a medias. Siete de los catorce miembros del Gobierno (la presidenta y los trece consejeros) emplearon el euskera durante la toma de posesión. Lo hicieron Manu Ayerdi, José María Aierdi, Itziar Gómez y Ana Ollo -los consejeros de Geroa Bai-; Eduardo Santos, consejero de Podemos; y Elma Saiz y Santos Induráin, consejeras del PSN.

Ollo, con el maléolo (tobillo) roto. La consejera de Relaciones Ciudadanas sufrió un percance y tiene roto el maléolo (tobillo), por lo que se desplaza como puede. Eso provocó que ayer, tras prometer su cargo, no saludase uno a uno a sus compañeros de Gabinete.

Todo, en menos de media hora. La presidenta pronunció su discurso en cinco minutos, y todos los consejeros tomaron posesión en veinte minutos. La ceremonia fue cortísima, y sólo la foto de Gobierno y con las familias alargó el acto hasta las dos de la tarde.

La foto presidencial se tuvo que repetir. Es imposible atender a todos los medios e invitados y la foto presidencial, que cambió de la escalinata exterior al patio interior de la Diputación -por las obras- se tuvo que repetir para que todos los medios la tuviesen.