pamplona - Albert Rivera hizo ayer un intento de esquivar el complejo panorama que se le avecina y en tiempo de descuento sacó un conejo de la chistera, a costa de la mayoría política y social en Navarra. Movimiento no previsible, pero tampoco sorprendente, debido a tres razones: por el escozor que provoca el gobierno de coalición encabezado por María Chivite en la derecha navarra y española, por la trayectoria de Rivera, que alterna empecinamiento y volatilidad, y por la parálisis de Pedro Sánchez ante su propia investidura. Y es que cuando no se lidera la iniciativa por la izquierda, aún menos se asegura por el carril de la derecha. Propone Rivera a Casado, que Cs y PP se abstengan para facilitar la investidura de Sánchez a cambio de que el líder del PSOE asuma tres decisiones referidas a Navarra, Catalunya y la política fiscal. Un planteamiento que Rivera revistió de generosidad, pero que responde a sus propias necesidades políticas, oteando el riesgo de quedar seriamente debilitado en unas nuevas Generales, en competencia con Casado. Así que la maniobra trata de desgastar a Sánchez, pero sobre todo permite a Rivera tomar aire tras un mes de agosto desaparecido y una percepeción generalizada de que Casado le estaba cortando la ventilación. Así que el líder naranja de nuevo giró sobre sus propias promesas, metió en el mismo paquete a Navarra y Catalunya, y propuso una abstención conjunta de PP y Cs antes de reunirse con Casado si Sánchez aceptaba un “Gobierno constitucionalista en Navarra”, prometía no subir los impuestos ni la cuota de los autonómos, y rechazaba indultar a los líderes independentistas que sean condenados, abrazando el artículo 155 en Catalunya en el caso de que Quim Torra no acate la sentencia del procés. Habló Rivera de “recuperar Navarra”, infinitivo que dice mucho del sentido patrimonial de la derecha, por más que Rivera pretendiese vestirse de hombre de Estado. Un Rivera que además tiró de su retórica habitual acusando a Sánchez de pactar “con Otegi”.

respuestas La réplica no tardó en llegar de la mano de la presidenta Chivite, que acusó a Rivera de instrumentalizar Navarra. La maniobra del líder de Cs tuvo horas más tarde una respuesta más contundente del socialista Ramón Alzórriz: “El diálogo, el consenso y la convivencia se han impuesto al chantaje y manipulación permanente que la derecha española y navarra hacen de nuestra tierra”. Por su parte, Mikel Buil, de Podemos, quiso contextualizar: “No nos esperábamos menos de Rivera tras todas las presiones de la CEOE. Ahora lo que nos queda es ver si Pedro Sánchez hará caso a sus votantes que le gritaban ‘con Rivera no’ y ‘sí se puede’, o se someterá a los poderes económicos”. Ya antes de conocerse el movimiento de Cs, la mayoría de los partidos navarros habían abogado por la mañana por un acuerdo entre el PSOE e Unidas Podemos. Entre los más concernidos por cuestión de siglas, el propio Alzórriz había mostrado una confianza “plena” en la Ejecutiva federal del PSOE en este tema. “Lo bueno para España es un gobierno liderado por Pedro Sánchez, un gobierno progresista”, dijo. No obstante, indicó que la Ejecutiva tendrá el apoyo del PSN en cualquiera de los escenarios. Apoyo incondicional, en síntesis. Visión distinta de Mikel Buil, que cree que por parte de UP “más ofertas no se pueden hacer”, ni “rebajarlas más”. Preguntado por el contraste habido entre la negociación en Navarra y el Estado admitió que “primero hay que llegar a acuerdos sobre medidas concretas y después viene el quién”, si bien “se venía de un trabajo de Presupuestos previo”. “Esta negociación no ha sido limpia bajo ningún punto de vista”. “Está en manos del PSOE si quiere gobernar o no”. Finalmente, Marisa de Simón, de I-E, dijo dudar “muchísimo de las intenciones PSOE”, expresó su esperanza de que se llegase a “un acuerdo de mínimos”

Mientras, desde Geroa Bai, Uxue Barkos calificó de “nubarrón principal la situación misma y que se haya sido incapaz de llegar a una solución” para conformar un Gobierno, algo que considera un “fallo tremendo”. “Unas nuevas elecciones no van a solventar la necesidad encontrarse entre diferentes formaciones para llegar a un acuerdo de mayoría progresista”, dijo. Por su parte, el parlamentario de EH Bildu Adolfo Araiz entiende que si hay elecciones “estaríamos en las puertas de una posible involución en el Gobierno del Estado”. Un rato después de sus palabras, se hizo público el movimiento de Rivera. Constatación para Bakartxo Ruiz de que “Navarra es cuestión de Estado”.