La decisión de Pedro Sánchez de poner los martes los consejos de ministros puede ser el antecedente de una serie de cambios en la planificación semanal del Congreso, en concreto en sus horarios, cuya racionalización está en estudio debido a la carga de trabajo que supone que haya diez grupos parlamentarios.

Son los martes cuando empieza en la Cámara Baja la agenda de los plenos: primero se reúne la Mesa, luego la Junta de Portavoces, nuevamente la Mesa, y ya a partir de entonces se celebra la primera sesión plenaria de la semana. El horario suele arrancar a las 10.00 horas, que es la hora habitual de la Mesa, y continúa a las 12.00 con la Junta de Portavoces, de forma que a las 15.00 comienza el pleno. Al fijarse los consejos de ministros los martes (presumiblemente, por la mañana), es muy probable que haya un solapamiento con las reuniones de la Mesa y de la Junta, y en particular con las declaraciones a los medios que los portavoces parlamentarios efectúan después.

El cambio de día de los Consejos de Ministros también tendrá efectos en las sesiones de control. Hasta ahora, las preguntas a los ministros deben registrarse los jueves por la tarde de la semana anterior pero con opción a introducir cuestiones de última hora los lunes, 48 horas antes del Pleno, en función de lo aprobado el viernes por el Gobierno. Pero cuando los Consejos de Ministros sean los martes, la oposición sólo podrá pedir explicaciones por las medidas aprobadas por el Gobierno ocho días antes, casi una eternidad en términos políticos.

Fuentes parlamentarias aseguran que no tiene por qué cambiarse el horario a raíz del cambio de fecha de los consejos de ministros. Sin embargo, racionalizar los horarios es una tarea que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tiene en mente y que la Mesa está dispuesto a analizar dentro de la implantación de un plan de igualdad para los trabajadores de la Cámara.

La propia Batet anunció una primera medida a mediados de diciembre: adelantar dos horas el cierre del registro de iniciativas parlamentarias, de manera que se haga a las 18.00 horas. Se trata del primer paso de un recorrido que la presidenta ha trazado con la finalidad de favorecer la conciliación de los trabajadores del Congreso, que son centenares entre letrados, ujieres, informáticos, taquígrafos, asistentes, personal médico, etc. También hay que contar a los diputados y a los asesores que contratan los grupos.

Los intentos por cambiar los horarios no son nuevos; de hecho, que las sesiones plenarias de los martes comenzaran a las 15.00 horas, y no una más tarde, se aprobó en la legislatura en la que el Congreso estuvo presidido por Ana Pastor. Cs lo intentó en vano en la corta legislatura pasada. Y antes, con José Bono al frente de la Cámara (2008-2011), las sesiones de control se pusieron a las 9.00 horas, en vez de a las 16.00.

Sin embargo, esta nueva legislatura entraña una peculiaridad: hay diez grupos parlamentarios, la cifra más alta desde 1979. Ello se traducirá en unas sesiones plenarias más largas, toda vez que habrá más turnos de intervención; asimismo, como reconocen fuentes parlamentarias, es más que probable que las sesiones de los martes terminen bien entrada la noche, alrededor de las 22.00 horas o más tarde.

Durarán más las sesiones de control de los miércoles y durarán más las sesiones de los jueves, que son los días reservados para, por ejemplo, aprobar o rechazar los proyectos legislativos del Gobierno. Entre turnos de defensa de enmiendas y turnos de exposición, estos debates pueden alargarse demasiado. Igual situación se prevé en las comisiones, muy numerosas porque, entre otros motivos, hay 22 departamentos ministeriales.

Como se prevé una legislatura de mucho trabajo y horarios interminables, la conciliación se antoja tarea prioritaria.