Pamplona - UPN afronta su 12º congreso en uno de los momentos más importantes de su historia. Los regionalistas, que van para cinco años en la oposición, han quedado tras el último ciclo electoral fuera del Gobierno en Navarra y sin influencia en Madrid. Y aunque la alianza dentro de Navarra Suma le ha permitido maximizar el resultado del centro derecha a costa de fagocitar a sus aliados, también ha desdibujado su perfil más foralista. El escenario a corto plazo no ofrece luces en el horizonte, y se puede complicar si la ultraderecha gana espacio en Navarra y la mayoría progresista que hoy sostiene al Gobierno foral consolida su alianza y la extiende a los ayuntamientos.

Sin embargo, nada de ello forma parte del debate congresual que en los dos próximos meses debe encarar la formación regionalista. No hay voces ni críticas internas que cuestionen la línea estratégica marcada por el equipo de Javier Esparza, ni se observa una lectura autocrítica por parte de la dirección. Tampoco por parte de quienes aspiran a construir una alternativa, con Sergio Sayas a la cabeza, más centrados en discutir los cargos orgánicos y la elaboración de listas que en dar una batalla de fondo ideológico. Los movimientos para eliminar las primarias, suprimir la limitación de mandatos o llevar UPN hacia una organización más presidencialista son una muestra de dónde están ahora mismo la prioridades en la formación regionalista.

La ponencia política Así ha quedado en evidencia en el anteproyecto de las ponencias (política, estatutaria y programática) que las distintas comisiones han elaborado con vistas al congreso del próximo 29 de marzo, y que se han remitido ya a las bases del partido para que realicen aportaciones. La única que ha levantado revuelo ha sido la estatutaria debido a los cambios que el equipo de Javier Esparza quiere plantear para amarrar el control del partido de cara a los próximo años. Una polémica que apunta a la tradición asamblearia de la formación, y que ha relegado un debate político de fondo en el que no se esperan voces discrepantes.

La ponencia política que debe fijar la línea estratégica para los próximos años apenas profundiza en la realidad en la que se encuentra UPN. El documento ideológico apuesta claramente por una línea continuista, y aunque asume que las “reglas de juego” han cambiado, dando paso a “un momento político extremadamente complejo” que han dejado al partido fuera del juego institucional, la responsabilidad queda en el exterior.

Lejos de toda autocrítica, UPN evita cualquier reflexión sobre el futuro de Navarra Suma y culpa de su soledad institucional al PSN, cuestionando incluso la legitimidad de los socialistas para gobernar Navarra. “Con tal de llegar a un poder que no le han otorgado las urnas, han sido capaces, incluso, de apoyarse mediante abstención pactada en quienes no han condenado el terrorismo”, censura la ponencia política, que señala que “en Navarra el PSN ha traspasado una línea roja con EH Bildu hasta ahora infranqueable”. “Están poniendo en riesgo el proyecto institucional de Navarra y su futuro como Comunidad Foral diferenciada”, denuncia.

Los regionalistas atribuyen su situación a “un nuevo principio”, el no es no que los socialistas han fijado “hacia todos los partidos constitucionalistas, PP, Ciudadanos y, en Navarra, UPN”. “El objetivo es la exclusión de estos partidos y, a partir de esta exclusión, intentar otros gobiernos que han dado en llamar, de manera paradójica e insultante, progresistas”, lamenta UPN, que asume que para ellos “esta es una situación desconocida”.

La ponencia rechaza además que la dificultad para llegar a acuerdos con el PSN sea consecuencia de la coalición electoral con PP y Ciudadanos. “Esta afirmación es falsa. Basta con analizar los hechos políticos para poder concluir que el no es no a UPN fue previo a la conformación de Navarra Suma”, argumenta el documento, que en sus 18 páginas no hace ninguna mención adicional a una alianza que ha hecho desaparecer de las instituciones las siglas históricas del regionalismo en favor de las de Navarra Suma.

Las críticas se centran así en el PSN, a quien UPN acusa de recurrir al “todo vale” para llegar al Gobierno, “negociando investiduras no sólo de manera opaca, sino traicionando las propias promesas electorales”. “Tanto en Navarra como en España los gobiernos son en minoría y reclaman a los partidos previamente excluidos con ese no es no, los que han sido vetados para conformar ese gobierno, sensatez para ir aprobando los asuntos de interés para Navarra y España en el día a día parlamentario”, apunta el documento.

Pese a todo, y sin citar expresamente al Gobierno de Navarra, la ponencia política de UPN se abre a “negociar con el resto de partidos todas las cuestiones que sean de interés para Navarra”, especialmente aquellas vinculadas a la fiscalidad, las infraestructuras y la “cohesión social”. Acuerdos de los que excluye expresamente a EH Bildu mientras “no condene sin atajos el terrorismo etarra” y asuma “el relato que las víctimas exigen”.

Un escenario en el que UPN se ofrece como “la casa común de todos aquellos que están disconformes con la actual situación económica, social y política de nuestra tierra”, y en el que se fija como reto “volver a liderar las instituciones para devolver ese liderazgo a la sociedad”. Algo que pretende hacer por el mismo camino que le ha llevado a su situación actual, confiando en que, antes o después, cambiarán las circunstancias. UPN, al menos por ahora, no tiene intención de corregir el rumbo.