Javier Elzo ha vivido en primera persona la embestida del coronavirus. Tras semanas de hospitalización ha conseguido sobreponerse al COVID-19, pero huye de la petulencia y prefiere seguir viendo al enemigo desde la humildad, la principal enseñanza para renacer de esta pandemia como persona y como sociedad.

1.La primera lección que debemos extraer de esta pandemia es la de la humildad: dependemos de un azar de la naturaleza en el mundo animal. Una infección de un animal en un humano, otro animal, ha dado la vuelta al planeta, afectando, en primer lugar, a los que mayor movilidad tienen (y más recursos) y, entre ellos a los más vulnerables, básicamente las personas mayores con algún problema anterior. En Euskadi, el 15 de abril pasado, según datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, habría 11.475 infectados por el COVID-19, esto es, el 0, 72% de vascos mayores de 18 años que han sido diagnosticados fehacientemente, pues infectados por este virus habrá muchísimos más. De los 11.475, 902 habían fallecidos y 5.420 habían sido curados, casi la mitad de los diagnosticados. Nos falta por ver lo peor: cuando alcance a los más pobres, en África y América Latina, continentes queno cuentan con una sanidad como la nuestra. La pobreza sigue siendo el principal problema del planeta. Es más importante que la salud, pues la salud, depende, en gran medida, de la riqueza o pobreza de un país.

2.Consultado un amigo científico, en salud, me dice que la manera de afrontar la salida depende mucho del escenario en que nos encontremos. Afirma que se han hecho muy pocos test de detección del coronavirus a la población. Todavía estamos a tiempo, en el supuesto de que ese "descubrimiento" de nuestros investigadores de la EHU/UPV y colaboradores que ya se ha anunciado y, al parecer aprobado por la Unviersidad Carlos III de Madrid, sea viable.

3.Es necesario un cambio social en profundidad. Somos esclavos del consumo inducido por una sociedad cuyo dios mayor es el Dinero. Si no consumimos, no se fabrica, si no se fabrica hay paro. Pero ya no se fabrica para responder a las necesidades personales, sino para crearlas y hacerlas socialmente impuestas. Es el círculo infernal en el que hemos consentido caer. Pero esto, al menos los que piensan un poco, y con una pizca de moral social, lo sabían bastante antes, y al margen del COVID-19.

4.Desde la sola lógica sanitaria, me dicen, saldrían en primer lugar las franjas de edad menos afectadas por la crisis, de cero a sesenta años. Yo añado, por mi cuenta, que sacaría a la calle, en primer lugar, a los niños, a los psicológicamente débiles, a los que viven en espacios reducidos y mal aireados, a los que mantienen malas situaciones de convivencia. Pero ¿cómo detectarlos, ante la priorización de la salud física causada por el COVID-19?