- A Nadia Calviño se le escapó el liderazgo del Eurogrupo por un voto que estaba atado, pero que cambió de bando en el último momento. "Agradezco a título personal e institucional el fuerte apoyo de nuestra candidatura por países que representan más del 80% de la población de la UE", señaló ayer la ministra española de Economía tras la derrota ante el irlandés Paschal Donohoe.

Calviño y Sánchez llevaban días de conversaciones y reuniones con otros líderes europeos para asegurar los diez votos -de diecinueve- necesarios para ganar. Estaba atado, pero como ya ocurrió con Luis de Guindos en 2015, alguien cambió su voto. Esta toma de decisiones en el Eurogrupo es muy hermética. El voto es secreto y los propios candidatos desconocen el resultado del escrutinio.

"Teníamos el compromiso para votar por la candidatura española tanto a nivel de ministros como de primeros ministros. Teníamos garantizados esos diez apoyos y es evidente que, dado que hubo nueve votos, uno de ellos no hizo lo que se había comprometido hacer. No es fructífero seguir dando vueltas al tema. La decisión ha sido tomada y estamos mirando hacia adelante", dijo.

Con esos cálculos sobre la mano, la española debería haber sido elegida en primera ronda. Pero no fue así. Se forzó la segunda votación. Entre una y otra pasaron 20 minutos decisivos en los que el luxemburgués -el menos votado- retiró su candidatura allanando el camino de Donohoe, que aglutinó buena parte de los apoyos del norte que dejaba Gramegma. El peso político también determinó la balanza. Aunque Alemania, del Partido Popular Europeo, cedió su respaldo a Madrid, la mayoría de la formación azul -la más poderosa en el Eurogrupo- cerró filas con el candidato irlandés.

Donohoe llamó ayer a Calviño para trabajar juntos y de forma "transversal". El irlandés se presentó como un candidato de unión haciendo campaña contra Madrid, a quien veía una alternativa sesgada por ser un país grande y muy afectado por la pandemia.

Calviño contó con el respaldo de los grandes: Alemania, Italia o Francia -sumando el 80% de la población europea-, pero perdió contra el bloque de los pequeños y hanseáticos. Esa es la magia de la UE. Un país, un voto.

El de Irlanda y España se presentó como un duelo entre el norte y el sur; un hombre y una mujer; un país grande y uno pequeño; y populares contra socialdemócratas. Calviño, sin embargo, se distancia de esta coyuntura: "No creo en una Europa basada en clubes, prejuicios o etiquetas norte-sur; este-oeste; grande-pequeño. Esa no es la forma de avanzar y estas etiquetas no responden a la compleja realidad de los distintos países".