La Casa Real española se despierta a escándalo diario. Después de que en la última semana se conociera el presunto uso de tarjetas opacas a través de Juan Carlos de Borbón y de que éste mantenga una cuenta activa de 10 millones de euros en la isla de Jersey; ayer se desveló que Hacienda investiga la compra de la yegua de Victoria Federica de Marichalar y Borbón, hija de la infanta Elena, sobrina de Felipe VI y nieta del emérito. Los pagos de la manutención del animal, que han corrido a costa del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause, exdirectivo de Goldman Sachs, no fueron declarados a la Agencia Tributaria, según publica el diario El Confidencial.

La Fiscalía del Tribunal Supremo tiene pruebas de que la adquisición de la yegua y otras facturas fueron pagadas por Zarzuela con dinero del empresario y que además "ni los pagos ni el disfrute de los propios fondos transferidos por el empresario mexicano fueron declarados a la Agencia Tributaria por el monarca ni el resto de los supuestos beneficiarios del dinero". Juan Carlos I habría tirado de un testaferro para ocultar la recepción del dinero de Sanginés-Krause, el coronel del Ejército del Aire que trabaja en palacio como ayudante de campo. La yegua, a la que pusieron el nombre de Dibelunga, fue adquirida en 2015 a la cuadra española Maihorses, y con ella Victoria Federica empezó a estrenarse en los circuitos hípicos en 2016. El animal estuvo a la venta en su página web por un precio superior a los 10.000 euros. El anuncio destacaba su capacidad para ser utilizada para el aprendizaje en saltos. "Experiencia con niños y un carácter increíble", rezaba el mensaje. En la hemeroteca hay cantidad de imágenes de la nieta del emérito en concursos en Sevilla y Guadalajara, por ejemplo, al margen de que también su madre montó a esa yegua.

En su día Zarzuela dijo que había sido adquirida por la infanta Elena pero se negó a dar más explicaciones alegando que, en ese momento, Victoria Federica era menor de edad. Lo cierto es que este episodio probaría que los fondos de Sanginés-Krause también fueron disfrutados por otros miembros de la familia del rey Juan Carlos. Que las transacciones por el animal arrancaran en 2015 no es baladí, puesto que los hechos se habrían producido tras la abdicación del monarca en 2014, momento en el que dejó de ser inviolable y podría ser acusado, por tanto, de posibles delitos de blanqueo de capitales y contra la Hacienda Pública. No obstante, para que los pagos que percibió del industrial alemán puedan ser perseguidos por la vía penal tendrían que superar una cuota no declarada de 120.000 euros en alguno de los ejercicios analizados, de 2015 a 2018.

Son muchos los gastos que tiene ocupada a la Fiscalía investigando, como una serie de viajes que realizó el emérito durante el verano de 2017 con su amiga cercana Marta Gayá, o el desplazamiento con todos los gastos pagados a la celebración del 60 cumpleaños del propio Sanginés-Krause en un castillo de Irlanda. Semanas más tarde emprendió un crucero por las islas griegas en compañía del empresario y la mujer de este. Pero todos estos pagos se remontan al menos a 2015 cuando el industrial ya abonaba estancias del emérito en hoteles de lujo.

La lupa puesta en estos fondos opacos se suma a otras dos diligencias que mantiene abiertas la Fiscalía: la primera de ellas, vinculada con el AVE a La Meca, se acerca a un próximo archivo al considerar el equipo fiscal que los hechos, pese a ser evidentemente irregulares, quedan amparados por la inviolabilidad del monarca. La segunda, en una fase embrionaria, el citado trust de la isla de Jersey que habría sido utilizado por el ex Jefe del Estado para esconder unos 10 millones de euros.