- Barcelona rindió ayer un sobrio y emotivo homenaje a las víctimas del 17-A, los atentados yihadistas que sacudieron las Ramblas y Cambrils en 2017, en un acto presidido por el silencio tras el cual los afectados y sus familiares denunciaron que se mantiene el “abandono” de las instituciones cuatro años después de los atentados y exigieron que “se sepa la verdad”.

El acto institucional, sin discursos, se inició por la mañana en el memorial de las Ramblas frente al Liceu, con un minuto de silencio. Siguió una ofrenda floral, primero por parte de víctimas y familiares y, posteriormente, por los representantes de las administraciones. Entre los asistentes al acto, además de más de medio centenar de víctimas y familiares de afectados por los atentados de Barcelona y Cambrils (Tarragona) del 17 de agosto de 2017 -en los que fallecieron 16 personas y más de 140 resultaron heridas-, participaron, entre otros, el president de la Generalitat, Pere Aragonès; la ministra de Transportes, Raquel Sánchez; y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; así como representantes de los cuerpos de seguridad y de los equipos de emergencias.

Como en años anteriores, las víctimas y los familiares asumieron todo el protagonismo, ya que estaban en primera fila y fueron los primeros en colocar sus coronas de flores y claveles blancos a los pies del mosaico frente al Liceu donde la furgoneta del terrorista Younes Abouyaaqoub detuvo su macabro recorrido por Las Ramblas. Tras el acto, algunos de los damnificados denunciaron que cuatro años después se siguen sintiendo “abandonados” por las administraciones , lo que consideran una “segunda victimización”, y exigieron que la Generalitat cree una oficina de atención a las víctimas. Reclamaron que “se sepa la verdad” y criticaron que los supervivientes de la célula no hayan sido condenados por asesinato.

Como en ediciones anteriores, algunas de las víctimas llevaban camisetas blancas con el lema Queremos saber la verdad, ya que un grupo de afectados considera que la sentencia de mayo pasado de la Audiencia Nacional -que condenó a penas de entre 8 y 53 años de cárcel a los tres únicos supervivientes de la célula- no ha llegado hasta el fondo. Xavier Martínez, que perdió a su hijo en los atentados, estaba “muy indignado”. “Algún día sabréis la verdad”, dijo. En la misma línea, Iolanda Ortiz, una vecina de Ripoll (Girona), y que ese día estaba en Las Ramblas con sus hijas, consideró una “vergüenza” que todavía no se haya creado una oficina de atención a las víctimas del terrorismo. Dijo que el 17-A fue un “atentado de Estado”. El contrapunto para el optimismo lo puso Eira, una joven que trabajaba como camarera:“Si yo he podido salir del pozo, ellas también pueden”.

La portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, arremetió contra el PSOE por “hipocresía” y “cinismo” porque a su juicio no han permitido investigar todos los detalles de aquella tragedia. La ultraderecha de Vox volvió a arrimar el ascua a su sardina y, por boca de Ignacio Garriga, dijo que los atentados reflejan “las terribles consecuencias del buenismo y la inacción ante el islamismo”.