El PSC no quiere valorar si el Govern independentista ha quedado roto tras implosionar con la mesa de diálogo. Ni siquiera entra a calificar esta última pelea y se limita a señalar que han surgido “pronto” las desavenencias y que Catalunya necesita un Ejecutivo “que no tiene”. Se pronuncia así porque es consciente de que el soberanismo no va a tirar su caudal de respaldo por la borda a las primeras de cambio en esta legislatura. Ninguna otra cosa le gustaría más a Salvador Illa. Aunque vistas las afirmaciones en público, quizás hasta menos que a los comunes, ensimismados en tejer una alianza de izquierdas con Esquerra y los socialistas. La presidenta de los morados en el Parlament, Jéssica Albiach, volvió a ofrecer ayer a Pere Aragonès articular una mayoría alternativa una vez “asuma” que “con Junts no va a ninguna parte”. “Nosotros, como siempre, estaremos ahí, nos encontrará. Porque nos conoce, sabe quiénes somos, que nunca nos ponemos de perfil cuando se trata de tener un Govern que de una vez por todas funcione”, proclamó. “La mesa de diálogo no está tocada, justo acaba de empezar, en todo caso el que está tocado es el Govern”, aireó.

Sus aspiraciones deberán echar el freno porque JxCat no tiene ninguna intención de bajarse del tren. Lo corroboró su secretario general, Jordi Sànchez, uno de los indultados que el partido quería que integrara la delegación catalana en el foro bilateral, y que acotó la crisis a que ERC y, concretamente, Aragonès, han “incumplido el acuerdo de legislatura”. Un desencuentro “no menor” pero que no tiene por qué tener más recorrido en otros ámbitos de la coalición. “Otra cosa es que haya actores políticos fuera del Govern a los que les gustaría. Pero una coalición es sólida si los dos integrantes tienen voluntad de mantenerla. No se verá amenazada por las críticas de la oposición”.

Sànchez recordó que el president sabía desde “hace semanas” que Junts nombraría probablemente a personas ajenas al Ejecutivo. Otra cosa es que el líder republicano sí le transmitió expresamente que le gustaría que la formaran exclusivamente consellers, pero que él mismo le respondió que podría no ser así: “Hace semanas que tenía un mensaje mío, enviado en el móvil”. De hecho, para JxCat, la presencia del vicepresident Jordi Puigneró ya le daba “una dimensión gubernamental”. Sànchez recalcó que si Junts hubiese querido obstaculizar la mesa podría haber votado en contra de la propuesta de Aragonès sobre la composición de la delegación catalana, y ello sí hubiera sido “una acto de deslealtad insoportable”.

JxCat no ve a ERC con fuerza para poder negociar con un Gobierno español “que hace tiempo que ha cerrado la carpeta catalana, y no tiene intención de abrirla”. “Es el marco mental con el que Moncloa se sienta en la mesa. Si el procés se ha acabado, como dijo el ministro Félix Bolaños, ¿qué van a negociar? Yo negocio cuando tengo un conflicto abierto, pero si pienso que se ha terminado iré solo a intentar recuperar una normalidad institucional”, ilustró. Además de acusar a Pedro Sánchez de no actuar con el respeto institucional mínimo que la Generalitat requiere, entiende que no era necesario poner el acento en que la negociación no tendría plazos “cuando Aragonès tiene un compromiso con la CUP que garantiza una estabilidad parlamentaria para que en dos años haya una evaluación y resultados”.