Responsable de Tribunales en La Sexta, Alfonso Pérez Medina (Madrid, 1978) ha publicado con Arpa un ensayo sobre el devenir de la corrupción durante los últimos 20 años. Sobre la etapa que inauguró Rajoy recuerda una "época de recortes", en la que "se juntó el estallido de la corrupción" de los años de la bonanza. Y le responsabiliza de "la desintegración del centroderecha", porque "cuando salió había tres partidos disputando su espacio político".

¿A Rajoy le tumbó la corrupción?

-Fue una suma de factores, pero la corrupción fue fundamental, porque la moción de censura, la primera exitosa de la democracia, se hizo a partir de la sentencia de la trama Gürtel, ratificada luego por el Tribunal Supremo, y que venía a reconocer que el PP había tenido 20 años de contabilidad en negro. La corrupción tuvo consecuencias, no solo por la caja B del PP, sino también por muchos otros casos. Pienso por ejemplo en la Púnica o la Lezo en la Comunidad de Madrid, y en las tramas de corrupción abiertas en la Comunidad Valenciana; todo ese desgaste de la corrupción que todavía hoy lastra al Partido Popular. Y había acusaciones como las del ex tesorero Luis Bárcenas, que afectaban directamente al presidente del Gobierno, por el supuesto cobro de sobresueldos de la propia caja B. Es evidente que al PP de Rajoy le tumbó la corrupción.

¿Cómo cree que se enfrentó a esta situación?

-Hubo una parte de herencia que recibió Rajoy de los gobiernos de Aznar, por ejemplo en la trama Gürtel. Pero hay otra parte que se puede achacar al legado político de Rajoy. Yo creo que Rajoy, sobre todo con el caso Bárcenas, que fue el que más le afectó directamente, intentó que las cosas se arreglaran por sí solas. Dejar que se pudrieran y se fueran arreglando. Hasta bien entrado el año 2012 el Partido Popular estuvo pagando a Luis Bárcenas el sueldo, en diferido, el despacho, tenía coche oficial, y le pagaba la defensa, hasta el punto de que el juez Pablo Ruz, tuvo que expulsar al Partido Popular de la causa como acusación popular, porque lo único que hacía era defender los intereses de los investigados, más que intentar llevar pruebas para que fueran condenados. Es decir, obstaculizar la acción de la Justicia. La relación del PP con Bárcenas tuvo sus idas y sus venidas, que al final llegaron a una especie de tregua cuando Bárcenas retiró la acusación contra el PP por la destrucción de sus ordenadores. En el fondo, la actitud del PP de Rajoy siempre fue un poco intentar sabotear las investigaciones, hasta el punto que el juez Ruz tuvo que mandar a la Policía a la sede de Génova para que entregaran la documentación que estaba pidiendo y no le daban. Creo que se podía haber exigido muchísima más contundencia con la corrupción. Ha sido característica la negación total, lo hemos visto en este último juicio por los papeles de Bárcenas que toda la cúpula del PP, desde Rajoy a Cospedal pasando por Aznar, negó lo que el Supremo ya había considerado demostrado, la existencia de la caja B del PP.

Otro asunto que sobrevoló en la segunda legislatura fue el de la 'policía patriótica'.

-Ese es otro debe del Gobierno de Rajoy en relación con la cultura democrática. Dentro del Ministerio del Interior se creó una especie de grupo parapolicial que se financiaba con cargo a los fondos reservados, y que se dedicaba básicamente a hacer las tareas sucias que interesaban al Gobierno del PP. Tenemos la operación Cataluña, por ejemplo, para intentar sacar trapos sucios de los independentistas; la operación Kitchen para intentar robar a Luis Bárcenas la información que pudiera tener sobre la caja B del PP; tenemos multitud de encargos a grandes empresas del Ibex para conseguir realizar labores de espionaje con las que chantajear a personas enfrentadas en procedimientos económicos. Con todo lo que estamos sabiendo ahora gracias a las diferentes piezas del caso Tándem, evidentemente, también hay que achacar al Partido Popular que surgiera ese grupo de policías muy bien remunerados, y con una muy buena situación dentro de la Policía. No eran unos cualquieras.

Dio mucho que hablar el final de Rajoy en un restaurante, mientras se desarrollaba la moción de censura. Él no quiso dimitir.

-Yo creo que fue la peor salida posible. El cargo de presidente del Gobierno no se merecía una salida así, tenía que haber estado en el Congreso. Todos recordamos esa imagen icónica del bolso de la vicepresidenta ocupando el escaño de Mariano Rajoy. Por la dignidad del cargo esa salida tendría que haber sido de otra forma, y lo normal es que hubiera asumido la responsabilidad que le tocaba como líder del Partido Popular por esa sentencia judicial. Probablemente la salida más honrosa hubiera sido la dimisión.

Si no lo hizo, fue por algo. ¿O improvisó?

-Rajoy prefirió que triunfara la moción de censura en lugar de intentar buscar una salida alternativa, porque creo que él está absolutamente convencido de que no tenía que asumir esas responsabilidades, que eran cosas del pasado. Él siempre se ha considerado absolutamente inocente, y ha negado esas acusaciones de cobro de sobresueldos, pero claro, después de una contabilidad de 20 años... Lo cierto es que esa caja B estuvo funcionando hasta 2009, como han demostrado las investigaciones judiciales, y dejó de funcionar única y exclusivamente porque estalló el caso Gürtel, porque si no, probablemente, habría seguido durante muchos más años. Rajoy es responsable aunque solo fuera por la omisión de no cortar antes con ese sistema ilícito de recaudación de fondos.

Para un sector de la derecha radicalizado, Rajoy fue un señor sin colmillo ni arrojo.

-Una de las consecuencias fue la aparición de Vox, que también aprovechando el proceso independentista catalán se ha colado, y desde luego ahora mismo es un socio al que el Partido Popular ya no puede renunciar si tiene algún tipo de aspiración de volver al poder. Ha cambiado totalmente la ecuación, ya no puede aspirar a gobernar con partidos nacionalistas.

En su libro incluye a la jefatura del Estado. ¿Se generó un clima de displicencia ética en este tipo de cuestiones?

-Yo creo que en el fondo, es el retrato de una época, desde la más alta institución del Estado, la persona que mejor encarnaba el sistema, que era el rey Juan Carlos, hasta la última caja de ahorros del último pueblo, la clase dirigente vivió una cierta impunidad , de saber que en aquellos años s podía hacer prácticamente de todo, básicamente porque España iba bien, la economía funcionaba, el dinero estaba entrando, y la burbuja todavía no se había pinchado. La implicación de la Casa Real da buena muestra de esa impunidad y es un ejemplo clarísimo de codicia, de cómo quien tiene la vida totalmente resuelta, por ese afán de tener y tener más dinero, y al final el rey Juan Carlos arruinó su imagen y el final de su reinado.

Los presidentes siguen labrándose una imagen en su etapa de pospresidencia. ¿Cuál es su vaticinio sobre Rajoy?

-Hay que distinguir el plano personal del plano político. Él no suscita los odios africanos que por ejemplo podía suscitar Aznar en una parte de la izquierda. Políticamente creo que la corrupción tendrá mucho peso en el legado de Rajoy, más allá de que él no ha sido imputado en ninguna causa judicial.

LA FRASE

"Creo que Rajoy, sobre todo en el caso Bárcenas, que fue el que más le afectó directamente, intentó que las cosas se arreglaran por sí solas"