No era un proyecto fácil. Y no porque se trate de arquitectura de altura (a casi 1.500 metros cualquier detalle es clave y las obras complicadas por la meteorología adversa y un entorno natural que respetar) sino porque el presupuesto es limitado (760.000 euros), los plazos apremian (debería estar terminado en dos años), la expectación es máxima (el Ángel Olorón es algo más que un refugio, casi es un icono del Pirineo navarro) y, sobre todo, porque se trata de reinventar un edificio abandonado desde 2004 con los parámetros de sostenibilidad bioclimática del futuro. El equipo formado por los arquitectos Fernando Martínez y Javier Esquisábel cogieron en su día el guante lanzado en su concurso por la Federación de Montaña y Escalada. Ayer presentaron a pie de obra las líneas básicas de su proyecto de rehabilitación que ejecutará una experimentada empresa de este tipo de edificaciones de montaña, PRAMES.

“Se ha proyectado una rehabilitación respetuosa con el edificio existente y con el valioso medio natural que lo rodea, buscando un mínimo impacto, sacando el máximo partido del edificio y de los elementos que lo componen y buscando una adecuada gestión del agua, la energía y los residuos generados. Se han utilizado criterios bioclimáticos y de bioconstrucción (materiales sanos), propiciando un ahorro energético, se han utilizado energías renovables y se ha tratado de reutilizar el máximo posible. La urbanización propuesta se realiza con elementos de bajo impacto y reversibles”, dijo Fernando Martínez.

Como consecuencia de todo esto, la actuación es de bajo costo económico tanto en la obra, como después en el mantenimiento. “Se ha contado con el asesoramiento de la Federación de Montaña y de la gran experiencia que han tenido en el uso del refugio. Es una aportación que ha sido fundamental”, subrayó.

La rehabilitación mantiene la forma exterior del edificio, su cubierta, los absides y aprovecha al máximo la superficie interior del mismo. De esta forma conseguimos la máxima ocupación con los espacios disponibles, posibilitando la viabilidad económica de la actividad”, explicó. “Eliminamos elementos añadidos y evitamos ampliaciones, resolviendo todo el programa dentro del edificio existente. Aún así se han previsto programas y crecimientos futuros. Además, como el presupuesto es ajustado, se ha estudiado un desarrollo por fases de la actividad”, añadió el arquitecto.

Misma silueta, pero abriendo los ojos al sur... La emblemática figura del refugio no variará a grandes rasgos (se suprime una planta pero a efectos de redistribución interna de espacios) pero sí que se abrirán “amplios huecos al sur”, mejorando el soleamiento, la luz natural y las vistas. Se ubicarán en esta zona sur los espacios más utilizados como el comedor, etc... en vez de los WC.

Disminuyen el número de plazas (94 frente a 136), para mejorar el confort y seguridad. Las plazas resultantes son:

-72 plazas de alojamiento en 8 habitaciones.

-12 plazas en el refugio libre.

-10 plazas para los trabajadores.

En total, 94 plazas de las cuales son accesibles 8. Originariamente existían 136 plazas, con lo que se disminuye en 42 plazas.

El edificio ‘engorda’ para protegerse mejor del frío... La superficie construida aumenta algo: 1.318 m2 a 1.410 m2 (924 m2 útiles) y 133 auxiliares exteriores. El edificio engorda con el aumento de aislamiento y se compacta eliminando voladizos, mansardas salientes y retranqueos.

Cubierta, el zinc europeo sustituye a la teja/cerámica... La estructura de la cubierta y su aislamiento se mantienen pero, ante los malos resultados de las tejas de cerámica, se sustituye por una lámina de zinc al estilo de otros refugios del Pirineo, Alpes y América. Es una envolvente más estanca al aire, impermeable al agua y resistente a los hielos.

Calefacción con biomasa: Se instala una calefacción con biomasa, consistente en tres estufas cerámicas de inercia que proporcionarán tres focos de calor distribuido por todo el edificio. También llamadas Kacheloffen, estas estufas, (muy comunes en Norte de Europa), son de fácil manejo ya que sólo necesitan una carga diaria de leña. Habrá radiadores y caldera de gas complementarios. La construcción es “pasiva”.

Energía solar, hidráulica y gas: La autonomía eléctrica se consigue con dos sistemas: 30 paneles solares de 50 m2 de superficie que aportan 7,5 kW y una microturbina hidráulica que con un salto de 124 metros y un caudal de 3 l/s consigue 2 kW de potencia. Cada sistema aporta la mitad de la demanda requerida en períodos de máxima ocupación, complementándose en las distintas situaciones verano-invierno. Hay un grupo electrógeno y gas para apoyos auxiliares.

Agua de boca y residuales: Se mantiene el agua del manantial actual (con cloración) mientras que se implanta un novedoso sistema de depuración de aguas residuales utilizando composteros e inodoros secos. Habrá un sistema de decantación.