Entusiasta, divertida, comprometida, amorosa, juerguista y muy feminista. Así era Silvia Fernández Viguera y así la recordaron las más de 200 personas que se dieron cita ayer en los cines Golem Baiona para despedir a la militante feminista y a una histórica de IPES (Instituto de Promoción de Estudios Sociales), centro al que estuvo vinculada 35 años. En el homenaje estuvieron presentes sus familiares, sus hermanos Patricio, Mayen y Kiki, así como figuras del mundo de la política, la cultura y los movimientos sociales de Navarra. Durante el acto, se interpretó un aurresku, su sobrina, Haizea García Fernández, recitó un bertso y se terminó con una danza africana, de las que era una apasionada.

Silvia falleció el 27 de junio, a los 60 años, tras una inesperada complicación de una enfermedad, y dedicó toda su vida a la lucha por los derechos de las mujeres, aunque también mantuvo compromisos políticos y en el sector de la cooperación. Su vida estuvo muy unida a la de su hermana Kiki, quien ayer repasó la trayectoria de Silvia y destacó “todo su legado crítico, radical y feminista”.

“Comenzó su andanza en IPES para coordinar la revista Langaiak en 1982 y desde entonces su vida estuvo vinculada al centro. Sin embargo, hizo varios escarceos en la administración y en la UPNA, pero siempre vio a IPES como su casa”, relató Kiki. Además, ambas fueron representantes navarras en la IV Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Mujeres celebrado en Beijing (China) en 1995. “Tuvo una vida dedicada a la lucha de las mujeres, a erradicar las desigualdades y a debilitar el patriarcado. Siempre lo hizo con gracia, entusiasmo y una crítica rabiosa a las instituciones”, relató.

documentalista Concretamente, su labor se basó en la documentación especializada de estudios de género y de feminismo. En este sentido, su compañera en el IPES Elena San Julián Resano subrayó que Silvia “supo entender como documentalista que la documentación y la teoría feminista eran herramientas muy importantes para la lucha y para los derechos de las mujeres”.

Por otra parte, fue promotora de la red de centros de documentación especializados en mujeres en Centroamérica y, a nivel local, mostró una gran admiración por las lavanderas del Arga, que además de trabajar se manifestaban contra las injusticias de su época. Gracias al entusiasmo de Silvia, el camino que recorre la orilla del río recibe ahora el nombre de Paseo de las Lavanderas.